Detrás de una gran hazaña se alzan las pequeñas victorias personales. El ascenso del Elche raya la épica con una temporada prolongada hasta los 14 meses, una lucha agotadora por entrar al playoff, tres semanas a la espera de la resolución del Deportivo-Fuenlabrada, batiendo al Real Zaragoza en La Romareda y dejando en la lona al Girona con un tanto de Pere Milla en el minuto 96. Impulsando este sueño el técnico, José Rojo Martín ‘Pacheta’ y una plantilla donde sobresalió un joven héroe aragonés. Dani Calvo (Huesca, 1994) salió hace ya ocho años de la capital oscense con un deseo, convertirse en futbolista profesional. Ahora estará entre los mejores en la Liga Santander.

“No lo sé, lo veía tan lejos… Es el sueño de cualquier niño, pero jamás pensé que yo podría conseguirlo. He ido paso a paso, quemando etapas y ahora, la alegría y la emoción son inmensas. Es algo increíble, y conseguirlo de esta forma, acentúa todo lo que hicimos”, indica el defensa aragonés.

Dani Calvo, hijo del futbolista de Primera División en los años 80 Ramón Calvo, comenzó su andadura en el fútbol en la cantera del Peñas Oscenses. Consciente de que esta profesión es para el que la trabaja, viajó a Soria cuando era un juvenil para, poco a poco, ir entrando en los planes del primer equipo. “Fui ascendiendo y debutando en Segunda, que ya es muy difícil, porque los filtros que pasas conforme vas subiendo de categoría, se van estrechando más”, apunta el oscense.

Pacheta lo reclamó para el proyecto del Elche y le hizo uno de sus hombres importantes en la zaga. “Tuve la oportunidad de ir, el equipo no estaba en una buena posición y conseguimos la permanencia. A la larga fue una gran decisión”, valora Calvo, que vio en esta plantilla algo especial. La siguiente campaña el equipo arrancó con paso firme, intentando superarse en cada encuentro y la pandemia no iba a frenar la ambición de un Elche que iba a por todas. “El año ha sido muy difícil. El Deportivo-Fuenlabrada lo vivimos con una incertidumbre brutal, sin saber qué es lo que iba a ser de nosotros. Al final se ha hecho justicia, hemos sido capaces de no encajar ningún gol en los cuatro partidos y hemos ascendido justamente”, asegura.

La primera víctima fue el Zaragoza con Nino como estandarte y en Montilivi, el aragonés vivió en primera persona la expulsión de Stuani que marcaría la eliminatoria. “Fue un antes y un después, hice un recorte y me pisó la zona del tendón de Aquiles, que la castigan mucho los árbitros. Eso nos liberó e hizo que se igualara todo”, recuerda Calvo.

Cuando tan solo quedaban unos segundos, el cabezazo de Pere Milla hizo estallar el delirio ilicitano. “Ese gol, es el ascenso. Miras el marcador y ves que no queda tiempo para más y tienes una sensación brutal”, cuenta el aragonés, que coló entre toda la euforia una bandera de su tierra. “Siempre la llevaré con orgullo y mucho cariño por todo lo que me ha dado”, indica.

Ahora regresa a la ciudad de Huesca para pasar tiempo con su familia y amigos, sin descuidar el móvil, porque pronto le reclamarán para volver a entrenarse de cara a esta temporada tan ilusionante. “Quiero desconectar, disfrutar de mi familia, hacer algún plan por el Pirineo y la semana que viene volver a entrenar con muchas ganas para rendir al máximo entre los mejores”, concluye.