El Barcelona se clasificó matemáticamente para la siguiente ronda de la Liga de Campeones, pese a ceder un empate (1-1) en el Camp Nou frente al Celtic de Glasgow que le complica notablemente la primera posición del grupo. Los barcelonistas se adelantaron en el marcador, pero se dejaron marcar al borde del descanso y, en la segunda mitad, fueron incapaces de romper nuevamente la muralla defensiva rival.

Con el resultado a favor, el dominio barcelonista se hizo todavía más evidente y los taconazos de Ronaldinho o los intentos de tijera de Giuly se prodigaron, aunque Frank Rijkaard parecía exigir un nuevo tanto antes de apostar definitivamente por el espectáculo. Las ocasiones se sucedían ante la metaa de Hedman, algunas tan claras como la que desaprovechó Eto´o a cinco minutos para el descanso, cuando solo, envió el balón al cuerpo del portero.

Tanto perdonó el Barcelona que, con el tiempo correspondiente a la primera mitad cumplido, una falta inocente botada por el Celtic al interior del área fue peinada al segundo palo por Varga y Hartson, en el segundo palo, batió a Valdés equilibrando la contienda.

UN RIVAL SIN FISURAS Los azulgrana tuvieron que empezar de nuevo en la segunda parte y lo hicieron con un fútbol vertical y agresivo que, como había sucedido en los inicios del partido, chocó con el sistema ultradefensivo escocés.

Los jugadores de Martin O´Neill acabaron el partido encerrados en su área y renunciando por completo al contragolpe, pero esa táctica le sirvió para llevarse un punto del Camp Nou sin dejar por ello al Barcelona sin su clasificación en el bolsillo.