En el gesto de Messi, una vez consumado el empate ante el Girona, quedó retratada también la actitud del Barça. El capitán vio la mano derecha tendida de Gil Manzano, el colegiado extremeño, pero rechazó acabar la noche con un saludo. Messi esquivó al árbitro y el Barça, horas más tarde, anunciaba que presentaba «alegaciones al Comité de Competición» para evitar una sanción a Clement Lenglet.

Como diría Valverde, «el VAR presenta claroscuros». Y el Barcelona no quiere ser pionero en un tipo de jugada que no se había resuelto así, al menos en la Liga española. «Es la primera vez que un jugador agredido pide perdón», llegó a decir irónicamente el técnico azulgrana para ilustrar el desconcierto que ocasionó la decisión de Gil Manzano, espoleado por los consejos de Del Cerro Grande, el colegiado que estaba al mando del VAR en la ciudad deportiva de Las Rozas.