El Barcelona dio ayer el penúltimo paso hacia la final de la Copa del Rey al derrotar a la Real Sociedad en el Camp Nou (2-0), en un partido que el conjunto azulgrana dominó sin alardes y que se le puso muy cuesta abajo con el gol de Busquets y la expulsión de Íñigo Martínez al filo del descanso. Faltaban tres minutos para el final de la primera mitad cuando Vela se plantó delante de Pinto. Pero el punta mexicano, desequilibrado por Mascherano, estrelló su disparo forzado en el pie derecho del meta azulgrana, mientras el Camp Nou respiraba primero aliviado y coreaba el nombre del sustituto de Valdés poco después.

En la jugada siguiente, Sergio Busquets hacía el 1-0 al resolver un lío en el área a la salida de un córner y perforaba por fin la meta de Zubikarai, después de que el Barça hubiera desperdiciado media docena de ocasiones claras en la primera mitad. El tanto local enojó al donostiarra Íñigo Martínez, que corrió a protestarle al árbitro el más que posible penalti que se acababa de producir en el otro área, y acababa expulsado con roja directa.

El partido pasó de un posible 0-1 con expulsión de Mascherano incluida al 1-0 y siendo la Real el equipo que debía jugar toda la segunda parte con un hombre menos. Esa fue la jugada clave de un encuentro extraño, difícil explicar desde la óptica culé sin recordar lo que les pasó a los azulgranas el pasado sábado ante el Valencia, y en el que la Real no tuvo un día nada afortunado.

Puso el Tata Martino a casi toda la artillería, un once prácticamente de gala en el que una vez más Fábregas le ganó la partida a Iniesta, de nuevo carne de banquillo. El partido ya no tuvo historia tras la reanudación. La Real, con un hombre menos, solo aspiraba a salir vivo del Camp Nou. Había perdido también a Mikel González por lesión y el Barcelona sentenció con un gol en propia meta de Zubikarai.