Colgado de la portería de Valdés, el Bar§a sobrevivió en Sevilla de puro milagro. Kluivert cumplió el papel que se le exige y, por una vez, la ley de la efectividad le dio al equipo lo que tanto necesita. Ganó un partido que pudo empatar o incluso perder. Eso sí, sin una pizca de estilo, agarrado a una fórmula propia de un equipo menor. Todos atrás y sálvese quien pueda. El Bar§a parido para jugar al ataque ha acabado agarrándose desesperadamente al marcador. Y en esa desesperado ejercicio de supervivencia a Rijkaard incluso le sobró Ronaldinho.

Un balón al poste, un gol salvado bajo los palos por Xavi y un final agónico contra un rival en inferioridad dejó en evidencia que éste es un equipo condenado a sufrir. Un equipo en el que ha acabado resultando más valiosa la contundencia de Oleguer que los malabarismos de un apagado Ronaldinho. Temeroso de perder lo que tenía, Rijkaard no dudó en sacrificar al brasileño cuando todavía quedaban 25 minutos. Sacó a Overmars. Toda una declaración de principios.

En los rodeos que lleva dando el técnico con el sistema, ayer se quedó en un punto intermedio entre el dibujo original --dos extremos-- y la fórmula del último partido con Saviola, Ronaldinho y Kluivert. Así que el tridente volvió a morir como ya había ocurrido antes y el técnico desandó el camino, pero sin llegar al punto de partida. Una prueba más de que en este Bar§a el estilo se negocia con el marcador. En esa situación, la cuerda casi siempre se rompe por Saviola, que sólo sobrevive si marca y que ayer apareció unos minutos sólo para calentar.

UN EQUIPO MENOR Y fue precisamente el hecho de que cada uno estuviera en su sitio lo que propició el gol del Bar§a. Eso y la presencia de Xavi, el único jugador al margen de Ronaldinho capaz de dar un pase inteligente. Bastó uno y que el Sevilla titubeara ligeramente, cosa extraña, para que Kluivert desbloqueara un partido que hasta entonces no pintaba demasiado bien. Al fin el Bar§a hizo lo que tanto se le reclama y tanto le cuesta. Segunda ocasión --poco antes Luis García se había quedado solo ante Esteban--, y 0-1.

Por una vez, recibió mucho sin haberlo buscado. El Sevilla estaba mejor puesto, jugaba con más sentido, aunque sin inquietar demasiado gracias sobre todo a la anticipación de Oleguer en su duelo con Darío Silva. En su creciente falta de identidad, el Bar§a ha perdido incluso su gusto por tocar la pelota hasta el punto de no dar tres pases seguidos y jugar a menudo a la patada a seguir, como un equipo menor.

Así estuvo el Bar§a durante casi todo el segundo tiempo. Sin balón. Y sin Ronaldinho, perdido en ese desbarajuste, cegado por su afán de hacerlo todo por sí solo, con Kluivert convertido en una isla solitaria. El resto, a correr. Al Sevilla le faltó la lucidez y la pegada que le permitió golear al Madrid y al Atlético. Y suerte. Incluso así, el Bar§a pudo sentenciar en una acción de Xavi. Pero hubiera sido demasiado sencillo. Así que el equipo acabó con el culo echado hacia atrás, cada vez más cerca de Valdés. Pero sobrevivió.