Terminan casi todo derrengados. «El Barça te funde», admitió ya sin resuello alguno Joaquín, el capitán del Betis, la última víctima del conjunto de Valverde, sin fuerza en las piernas. Un líder voraz que ha exhibido una receta prácticamente infalible en la Liga. No solo acaba de abrir un boquete gigantesco en la clasificación (11 puntos sobre el Atlético, 14 sobre el Valencia y 19 al Madrid, con un partido menos) sino que se ha revelado como un equipo intratable, capaz de trazar casi siempre el mismo guion -madura primero, tortura después- sin que le encuentren antídoto posible. Destroza allí por donde pasa, especialmente en las segundas partes (ha firmado el 70% de los 57 goles), indetectable para cualquier enemigo.

En un mes, tres contundentes pruebas de la fortaleza que ha inocula Valverde a sus jugadores. Y no únicamente en el plano físico. Va mucho más allá. En el Bernabéu, el 0-0 de la primera mitad alimentaba la esperanza del Madrid. Pero era una falsa ilusión. Cuando terminó el clásico, el juego y el marcador daban la razón al Barça. Más complicado resultó incluso en Anoeta, donde la Real Sociedad se marchaba al descanso con un triunfo (2-1), sin imaginar que la tormenta de la segunda se le llevaría por delante con tres goles en solo 45 minutos.

Con el Betis, igual. Creía tener atrapado a los azulgranas en la primera fase del encuentro, pero terminó sintiendo la misma angustia que el Madrid o la Real. Es un Barça tan escurridizo que nadie lo descodifica, por mucho que Valverde insista en que ellos quieren ganar el partido desde el primer minuto. El líder sabe adaptarse a las circunstancias de cada escenario, aguardando el momento adecuado para exhibir su instinto asesino.

Tal vez, el verdadero secreto del Barça radica, como recordó el técnico, en la «paciencia» que exhibe. Paciencia para defender cuando toca (solo ha recibido dos goles, los del Celta, en las siete últimas jornadas de Liga) y paciencia para atacar: 23 tantos en ese mismo tramo. Y, además, como demostró en Sevilla el pasado domingo, es capaz de reajustarse en marcha (Valverde habló con Rakitic, Piqué, André Gomes y Jordi Alba en el minuto 20) para anular la energía del Betis. O sea, un parcial de 23-2, con 19 puntos de 21 posibles. Una máquina.

Al principio, los rivales corren. Luego se cansan. «Ellos estaban muy frescos al inicio, con una presión muy alta. El tiempo pasa, las fuerzas no son las mismas», argumentó Valverde. «Los equipos se abren y....». Cuando se abren, el Barça no tiene piedad. «Cada vez que llamaba a Paulinho para hacer el cambio, metíamos un gol», bromeó el técnico. «No es que se desinflen los rivales sino que, y te lo digo por experiencia cuando entrenaba a equipos que querían presionar al Barcelona, hay momentos en los que flojeas ante ellos». Además, el equipo ha encontrado una excelente química futbolística. Disfruta con el balón, guiado por Messi, y no se le ve sufrir sin él. «¿Una palabra para definir a mi equipo? Lo veo muy comprometido con lo que hace. Está junto para lo bueno y para lo malo», dijo Valverde, que se alegró de que la lesión de Vermaelen se hay aquedado en dos semanas y que ayer ya pudo contar con Coutinho e Iniesta en el entrenamiento.