Se marchó del Barça, según hizo saber a través de satélites más o menos cercanos, brasileños y barcelonistas, para ser el número uno que no podía ser en el Camp Nou porque era Leo Messi. Se debió ir por dinero, quizá y, supuestamente, para ser el líder de un equipo sin peso en Europa y convertirlo en campeón de la Champions. Dos años después parece ser que Neymar quiere desandar aquellos pasos y regresar al Camp Nou por un camino de tierra quemada.

Pero dos años después, ¿qué Neymar vestiría la camiseta azulgrana dando por cierto que, efectivamente, el Barça estaría dispuesto a reincorporarle y que el vestuario vitorea el regreso de un amigo al que han seguido viendo? Un Neymar, sugieren los números, peor del que se fue. Que, lejos de reimpulsar su carrera, y progresar, se ha estancado. El rendimiento individual ha declinado y la recolección de títulos no ha sido sustancialmente más prolífica en Francia: cinco, entre ellos dos Ligas, frente a los cuatro del Barça en su ausencia, con dos Ligas también.

El tercer jugador del mundo en el 2017, después de Cristiano Ronaldo y Messi, es el 12º según la clasificación del Balón de Oro. La cotización del brasileño era de 222 millones: el dictado de la cláusula de rescisión y lo pagado por el PSG (se cobraron 188 millones) en el traspaso más caro de la historia. Su cotización no es la misma y la base de su retorno no se basa tanto en la necesidad del Barça como en el arrepentimiento de Neymar y el hartazgo del PSG con su estrella. La falta de liquidez barcelonista exigiría contemplar un trueque (Coutinho, Dembélé y/o Griezmann) y el mínimo dispendio.

Neymar volvería con un tornillo en el pie derecho, el mismo que se ha lesionado tres veces, dos años mayor (27), una acusación de presunta violación, tres partidos de sanción en Europa, embargos del fisco brasileño y la misma corte de amigos. El talento sigue intacto, eso sí. El propósito de enmienda, tanto como la retirada de la demanda que impulsó contra el Barça, son las primeras condiciones que espera el culé para abrirle los brazos de nuevo al brasileño.