Tal vez se tratara de la efervescencia del primer día. O del mono de volver a jugar un partido de fútbol. De un espíritu optimista ante la nueva etapa que comienza en el viejo Barça. El mismo, o muy parecido, al original. El equipo recuperó el primer día dos características que remitían a las esencias originales de la última década: Messi volvió a pisar con más frecuencia la banda derecha y el equipo se distinguió por la presión adelantada de los mejores tiempos, que le permitía recuperar el balón en el campo ajeno.

Ernesto Valverde vio «muchas cosas buenas» y reconoció que salió satisfecho del estadio, tanto por la victoria, simbólica, como por «la implicación» de los futbolistas. Esa implicación aludía, precisó Valverde, al espíritu con que el equipo presionó arriba tratando de recuperar pronto el balón. Se acercó mucho al primer Barça de Pep Guardiola, que corría poco hacia adelante para evitar correr más hacia atrás. Gracias, entre otras razones, a la presencia de Dani Alves por su agresividad en el centro del campo para cubrir les espaldas de Xavi y Messi.

El argentino regresó a la banda como antes. En ausencia de sus antiguos compañeros, contó con Aleix Vidal y Rakitic para que le liberaran parcialmente del trabajo defensivo.

«La idea de presionar alto o no depende de la fortaleza que sintamos en ese momento. Y si decidimos presionar alto, hay que hacerlo todos juntos, porque el equipo se compromete a ello», explicó. Hasta Messi corrió hacia atrás persiguiendo balones. Esa fue otra de las señales más llamativas del estreno de Valverde.

La posición del 10 con Luis Enrique acabó siendo la de un mediapunta centrado que se quedaba arriba con Luis Suárez esperando a que volviera la pelota. Neymar ejercía de cuarto centrocampista por la izquierda en la fase defensiva. Ante la Juve, Messi empezaba y acababa en la derecha. Si quedaba desplazado en la jugada de ataque, era Alcácer quien retrocedía para tapar el costado.

«Este partido nos sirve de mucho», reconoció Valverde, liberado de la inquietud por ver cuál sería la respuesta del equipo en su debut. En particular, de las estrellas. El entusiasmo de Samper, que ha regresado de su fallida cesión al Granada, se da por descontado, postulándose como un futuro recambio de Busquets.

Valverde ha adoptado el papel del aprendiz. Ayudar, aprender, progresar y mejorar son los verbos que utiliza con mayor frecuencia cuando describe su mentalidad para dirigirse a un vestuario plagado de trofeos. Y, encima, la idea de presionar después de cada pérdida exige a sus pupilos una dosis adicional de humildad. Se la ofreció Messi, que robó cuatro balones en la primera parte. Leo cubrió una parcela menor del campo de lo que era habitual.

A Messi le encontraron ayer como turista en Manhattan. Con su esposa, sus hijos y los Suárez. La familia Iniesta anduvo aparte, como el resto de jugadores. Valverde se quedó en el hotel, en la campiña de Nueva Jersey y a hora y media de la bulliciosa -y gris y lluviosa ayer- Nueva York. Relajándose tras superar la primera prueba.