La afición zaragocista volverá a movilizarse para no dejar solo a su equipo. Lo harán 500 creyentes blanquiazules en un momento donde la ambición y la exigencia se reparten a partes iguales. El partido tiene todos los ingredientes que requiere una cita vibrante: se enfrentan dos escuadras destinadas a pelear por los puestos altos, con jugadores de gran atractivo y, además, se trata de un partido de alta rivalidad, tanto para los jugadores como para aficionados. Es por ello que la hinchada zaragocista quiere disfrutar de una jornada de fútbol de barro y de la chispa deportiva, propia de estos días tan pasionales.

El Sadar tiene su propia marca. Es de esos estadios molestos para los equipos visitantes. Donde jugar se hace pesado y el tiempo actúa de forma caprichosa: si vas ganando, el partido parece eterno; si pierdes, los minutos se evaporan. «Estallaremos de alegría si conseguimos los tres puntos. Va a ser un partido complicado, pero si hay alguien que puede ganar ahí somos nosotros», explica Daniel Mayo, un aficionado que volverá al antiguo Reino de Navarra.

Una temporada más se revivirá ese ambiente cargado por la pólvora de las batallas. Por las gargantas rojillas que tratarán de alentar a los suyos e intimidar a la escuadra aragonesa. Es por ello que la tropa zaragozana portará la bandera blanca -y azul- en El Sadar con la premisa de extraer el sexto triunfo consecutivo en suelo navarro. «Tenemos muchas ganas de ganar ahí. Osasuna no está en su mejor momento y si ganamos les pasamos en la tabla. Tras los malos momentos nos hemos ganado el derecho a ser ambiciosos», comenta Iván Martínez, miembro de la peña zaragocista de Presentes por el Escudo.

El reino de lo difícil

El gol de Galarreta supuso el último triunfo zaragocista en casa de Osasuna. Aquel partido que tuvo que ser aplazado entre semana por la nieve rompió el hechizo que afectaba al Zaragoza en ese lugar aparentemente maldito; parecía que las derrotas por la mínima y los goles en contra a balón parado eran innegociables en contra del club blanquillo.

«Estuve en El Sadar aquel día y comprobé cómo se disfruta más ganar en estos partidos. Pero debemos de ser conscientes de que nuestro objetivo es seguir en esta dinámica», asevera Laura Gómez, zaragocista afincada en Pamplona. Normalmente, estos enfrentamientos que cada vez tienen un mayor aroma a derbi se saldan con pocos goles. Al Zaragoza le cuesta ver puerta en Navarra. Es un hecho. Del 2007 hasta el 2013, ambas escuadras se enfrentaron en cinco ocasiones en El Sadar. Resulta revelador que el Real Zaragoza no fuera capaz de marcar ni un solo gol en ninguna de esas visitas.

«Tenemos que ser el jugador número 12, porque está en nuestras manos que se sientan arropados. La ilusión está desbordada y debemos de dar un puñetazo en la mesa ganando a Osasuna», asevera Luis Latorre, seguidor del Real Zaragoza y miembro de la peña zaragocista de La Almunia. En El Sadar toca saltar sin complejos en una cita importante, pero no decisiva. El Real Zaragoza ya ha demostrado que puede estar entre los mejores y su misión no debe de ser otra que seguir creciendo con ambición. Para ello, toca prepararse para un encuentro rudo, de acabar el partido con la camiseta blanquilla repleta de barro.