Sus miradas se van a cruzar mil veces. Quien descifre el secreto que esconde el otro saldrá con una sonrisa y, casi seguro, con el icono de la ACB tatuado sobre el corazón. En las pupilas de Ciorciari y Ordín se refleja el mismo símbolo, la misma leyenda de ambición, una pasión compartida pero indivisible. De cada bote, de cada pase, de cada jugada que salga de su mente y de su mano dependerá la suerte del CAI y el Granada en las semifinales de la LEB. Será uno de los duelos, quizá el más desequilibrante, que personifican una batalla en la que no habrá heridos.

Los dos están preparados para el reto del viernes. Tienen la cuenta atrás insertada en su alma y, mientras esperan, rastrean en la videoteca la ranura por donde buscarle las cosquillas al otro. Cada uno va preparando su estrategia. "Apretaremos en defensa. Es una de nuestras mejores armas. Ciorciari es un base muy rápido, muy explosivo, pero su tiro no es muy fiable", analiza Ordín. Diego empollará esta semana para grabarse en la mente todos los movimientos de Ordín. "Tenemos que aprovechar el trabajo de scouting. Yo intentaré aprovechar lo mío, atacándole directo para que haga muchos foules y sacarle de la cancha rápido. Que juegue lo menos posible. Si él no está, Granada tiene mucho menos peligro", concreta el argentino.

LA CORNETA Y EL VIOLIN Diego toreó contra un Miura ante el Plasencia. Gianella le llevó por el camino de la amargura, pero el Pibe lidió la faena con maestría y demostró estar a la altura de los acontecimientos. Suspiró aliviado sin saber que en toriles le esperaba otro desafío. Salió de Guatemala para meterse en Guatepeor . Magullado aún tras sortear con éxito el ring extremeño, ahora tendrá que ajustarse los guantes para acometer a un púgil de mayor experiencia y pegada lenta y mortal.

Diego Ciorciari, como Nico Gianella, juegan al básket a ritmo de corneta, Ordín lo hace apoyado en la melodía de un acompasado violín. El argentino corre como un poseso, prefiere penetrar a tirar (57% de dos y 27% de tres), busca inventar el pase imposible (3,6 asistencias por 2,8 de Ordín) o marea a la pelota con su terrorífico dribling . El montisonense está al otro lado del espejo. Es más sereno, más cerebral, menos explosivo pero también es mejor tirador (43% de tres y 85!!!% en libres) y anotador (13 puntos por 9 del santaferino). "A él le gusta más anotar. Yo puede permitirme un partido de cuatro puntos, pero haciendo jugar al equipo, aunque estadísticamente parece que no lo hice bien. El es clave en su equipo, pero necesita tirar para sentir que está jugando bien. Si impedimos que lo haga se irá del partido más fácilmente", explica Ciorciari.

En la batalla no estarán solos. Cada Quijote tiene su fiel escudero y Diego y Nacho tienen bien resguardadas sus espaldas con Oscar González y Pecile. "Es muy importante para ellos. Es el alma de su equipo. Lo podemos contener, sobre todo si nos combinamos Oscar y yo desde el principio", enuncia el argentino. "Los dos equipos contamos con más armas. Nos podemos permitir el lujo de no tener un buen día, porque si no estoy bien sale Pecile. A él le pasa igual con Oscar, que hizo un partidazo en Plasencia", dice Nacho Ordín.

EL EMIGRANTE A Diego Ciorciari y a Nacho Ordín les separa un mundo, la misma distancia que hay entre Santa Fé y Monzón. Qué cosas tiene la vida. A partir del viernes, uno, el Pibe tendrá que defender a muerte, como lo hace siempre, el rojo del CAI, un nombre imperceptible en su infancia, mientras que a Ordín, de cuna oscense, el destino le sumerje en una contradicción sentimental. Está obligado a hacerle daño a su Aragón, clavarse una estaca en el medio de sus orígenes. Pero no le queda otra. "Tengo unas ganas terribles de ascender, pero me hubiera gustado que en mi camino no se hubiera cruzado el CAI. Le tengo un gran aprecio a Aragón, es mi tierra, y no me hace mucha ilusión tener que ir a Zaragoza a luchar por una plaza ACB. Hubiera preferido que los dos estuviéramos en todo lo alto el año próximo", declaró Ordín, que como tantos emigrantes , se vio atrapado en un agujero negro tras la desaparición de Zaragoza en el mapa de la élite. "Tuve que salir de casa con 14 años. Espero que al Príncipe Felipe pueda ir mi familia a verme", dice el base oscense.