David Beckham arregló el cuerpo al Madrid con otro lanzamiento de falta espectacular. El gol del inglés, negado hasta ese momento, permitió al equipo blanco saludar la espantada de Camacho con un triunfo reparador, que no con fútbol. Algo que, por otra parte, nadie esperaba, incluido el nuevo entrenador, García Remón, que se conformaba con que no se produjera un nuevo estropicio para echar a andar con cierta tranquilidad.

El Madrid salió del paso con la inesperada colaboración de Osasuna, que, lejos de intentar aprovecharse del calamitoso estado de su rival, permitió a éste respirar entre la marea de improperios que bajaba de la grada, especialmente cruel con Roberto Carlos. La lesión de Solari complicó un poco más la comprometida labor de García Remón, que optó por dar entrada a Morientes y desplazar a Raúl a la izquierda. Una variación poco trascendente ante la empanada que arrastra el cuadro blanco. La tensión del momento sólo podía multiplicar su desequilibrio, pero Osasuna vino a desmentir de forma inopinada el carácter guerrero que se le supone.

Gracias a ello el Madrid llegó incluso a tener un par de ocasiones de adelantarse antes del descanso. A la media hora, Morientes envió el balón a Figo, que pisó el área y cruzó demasiado ante la salida de Sanzol. Minutos después, Raúl disparó al palo con la derecha y Celades forzó a continuación la estirada del meta con una gran volea. Para el capitán, que no marca en el Bernabéu en la Liga desde el 3 de enero, el gol se ha convertido en una obsesión.

Tras el descanso Ronaldo se animó a probar suerte. La notable actividad del brasileño en desmarques y búsqueda de remate fue el preludio de la acción determinante de Beckham, que marcó desde casi 35 metros con un golpeo impecable en un libre directo. No hizo más el Madrid, salvo aguantar con Casillas en su sitio, el arreón final de Osasuna para sumar su tercer triunfo por 1-0 en cuatro jornadas, dos de ellos con sendas faltas de Beckham.