Con 66 años, el padre Pedro Escartín se sigue conservando como un chaval. Aunque no lo confiese, su lema es el popular Mens sana, in corpore sano . Ligado toda su vida a la montaña, este ainsetano que ha residido la mayor parte de su vida en Barbastro, recibió hace dos fines de semana la Insignia de Oro y la Placa de Plata del club Montañeros de Aragón de Barbastro como presidente del patronato del semanario El Cruzado Aragonés .

El premio a la publicación se explica porque "pese a no ser un periódico dedicado a la montaña, este semanario siempre ha tenido su lugar en el periódico. Siempre ha estado en los acontecimientos más significativos como las desgracias o las ascensiones a los picos", indica este altoaragonés, que se ordenó sacerdote en 1961.

Entronización en el Aneto

El Cruzado Aragonés nació en 1903 por el impulso de "unos católicos". Tras la Guerra Civil, se produjo el gran descalabro "y perdieron la vida varios redactores. En el 53 reapareció promovida por el Obispado de Monzón y Barbastro". Una de las actividades de aquellos años fue la entronización de la Virgen del Pilar en el Aneto.

Pedro Escartín sigue con la misma vitalidad de su juventud. La gente que se inició en la montaña con Escartín en el Campamento de Virgen Blanca lo recuerda como una máquina que tiraba para arriba sin descanso. "Mi primera subida al Posets fue casi épica. La hice con unos amigos desde Guayente. Subimos en cinco horas por la vía Real y nos costó algo más puesto que cresteamos de Espadas a Posets", recuerda Pedro Escartín.

Esa pequeña gesta que culminó con 20 años la hizo "con boina y alpargatas de goma, que en la bajada se quedaron sin tela. Reconozco que había fuerzas y subíamos a una velocidad excesiva".

Hoy apenas sube a la montaña puesto que "no tengo mucho tiempo para desplazarme al Pirineo. Me viene más a mano practicar bici de montaña por los caminos del Somontano". Como en las subidas a los tremiles , "no me quedo atrás con la bici". Pero a Escartín nunca le ha gustado competir. "No me atrae. El ser humano es más perfecto que una máquina y, para correr, ya están los perros y los caballos". Amante del esquí de montaña, por lo que tiene de camaradería, tampoco le gusta el concepto de rally o cronoescalada que "ha destrozado el concepto del esquí de travesía".

Escartín ha buscado encaminar a la juventud hacia el mundo de la montaña como ejercicio de labor educativa. Por eso estuvo ligado desde 1963 al Campamento Virgen Blanca. "Primero estuve en Pineta y después en un emplazamiento estable de Gistain. Siempre lo han organizado las Juventudes de Acción Católica de Zaragoza".

Labor en Virgen Blanca

En un principio, Escartín subió como capellán, pero con los años explica que se dedicó "a ser guía de los chavales y, al final, fui el responsable de todo el campamento y dirigía a la treintena de monitores de cada tanda. La excursión típica era al Posets por Viadós".

El Campamento Virgen Blanca cumplió hace dos años su cincuenta aniversario y Escartín se dedica ahora a otros menesteres. "Ahora los chavales tienen tantas posibilidades que casi hay que perdirles por favor que vengan al campamento". Todo ha cambiado. "A veces resulta insoportable vivir sin llamar por teléfono y en el valle de Gistain no hay cobertura", explica.

Escartín piensa que uno de los peores sentimientos "es la masificación en la montaña, donde te encuentras solo interiormente, aunque estés acompañado de la multitud de la ciudad".

Ha estado siempre vinculado al montañismo barbastrense. "Colaboré en la construcción de refugios como Armeña o el Forcau". Recuerda el día que "colocamos, no sé cómo, la viga central del Forcau sin pluma, a pelo. Cuando había que hacer algo, lo hacíamos todos", concluye Escartín.