Haciendo la goma, estirándola, acortándola, el Real Zaragoza está viviendo la recta final de la Liga en una intranquila tranquilidad, a una distancia prudencial de la zona de descenso, con el encuentro del Reus y la victoria consiguiente todavía por añadir a su casillero pero con el miedo en el cuerpo porque, como siempre ocurre, en las últimas jornadas el que no corre vuela. Mientras todo eso sucede, el club continúa la planificación de la próxima temporada (o de las siguientes…) llegando a acuerdos con jugadores de Segunda División B (Bikoro del Teruel y Mingotes, del Ejea) en otro ilustrativo botón de muestra de cuál es su realidad económica a fecha de hoy.

Es la convivencia inevitable entre un futuro repleto de incógnitas y este presente tan agobiante. Hay que ir concretando movimientos para lo que vendrá sin ni siquiera tener asegurada la continuidad en la categoría. Así que eso es lo primero: que el equipo certifique la permenancia. No hay ni que descuidarse ni partidos que dejar pasar. El de Cádiz, tampoco.