A las 6.00 de la mañana siempre suena la misma sirena. La megafonía de la ciudad de Estelí proyecta un sonido peculiar, más propio de contiendas bélicas que de una apaciguada localidad situada al noroeste de Nicaragua. Pablo Gállego se despertó casi infartado el primer día que la escuchó. «Me levanté de la cama asustado, pero luego entendí que tiene una utilidad de despertador, porque aquí la vida empieza temprano. Nosotros sobre las siete de la mañana tenemos que ir a entrenar», relata el aragonés, exótico futbolista de la Primera División nicaraguense.

Ese fuerte sonido que se proyecta de forma ininterrumpida durante un minuto no rompe la rutina de Estelí. La gente está acostumbrada, suena y sigue con su vida. En esa feliz supervivencia del día a día. Mientras Pablo pasea, los vendedores de fruta callejeros le hablan. «Me dicen que a ver si ganamos. Es bonito que te reconozcan y te den ánimos para que ganemos el compeonato Clausura», relata. Le exigen lo normal. Que el Real Estelí gane. Es el equipo más grande de Nicaragua, tiene el gen del campeón. Durante la década de los noventa arrasaban con su paso triunfal, unos años dorados que moldearon su identidad y la de los hinchas. «No vine aquí a la aventura, sabía que era un club importante. Solo pueden tener cinco extranjeros y ellos hicieron un gran esfuerzo por que viniese», asevera el futbolista.

Para muchos de esos seguidores el fútbol es una herramienta para hacer más dulce su rutina. Lo siguen con ese fervor clásico de los países de la América más calurosa y pasional. «Hay comerciantes que cierran un día sus negocios para ir a ver al Real fuera de casa. No ganan dinero por ir al fútbol». Los hinchas se van a la estación para ver al tren, al del norte, tal y como se conoce a este equipo en Nicaragua. «Nos llaman el Tren del Norte por nuestra hegemonía y la situación geográfica. Por nuestra potencia. De hecho, nuestro autobús tiene forma de tren».

El jugador oscense se convirtió en pasajero de este convoy hace unos meses. Desde el primer momento que se embarcó en esta inusual experiencia ha dejado su huella. Pese a que cae a banda, suele marcar goles y está peleando por el Pichichi. «A los españoles nos valoran mucho en América. Firmar por este club fue fácil porque económicamente y deportivamente me valoran, además es un sitio muy bonito para vivir experiencias y seguir avanzando en mi carrera. Aquí la gente lucha y es feliz con poco. Te das cuenta que lo que realmente importa son las pequeñas cosas», comenta Pablo.

«Pablo, roba oro»

El juego del excanterano de Real Zaragoza y Huesca por los feudos nicaraguenses no pasa en vano. Pablo es un futbolista vertical, afilado y objeto de algunos insultos peculiares. Tras marcar el gol del triunfo, los seguidores más radicales del club local descargaron la ira de la derrota sobre el aragonés. «Pablo, roba oro», gritaban debido a su nacionalidad española. «Aquel día tuvimos que salir escoltados del campo. Pero fue gracioso que los aficionados hicieran canciones sobre mí, significa que hice las cosas muy bien», explica el oscense.

El Real Estelí suspira por proclamarse vencedor del Clausura. Un acontecimiento que aumentaría su leyenda. «La gente está llenando el estadio en este tramo decisivo. Se juntan cerca de 9.500 personas, y eso que un fondo está en reformas», cuenta. Envuelto por el calor de sus aficionados, agasajado por el balompié nicaraguense y admirado por las vivaces calles estelianas. Pablo Gállego está experimentando esa sensación que todos los futbolistas suspiran por vivir esto y que solo unos pocos elegidos pueden sentir. «Es una emoción muy bonita el vivir, porque cada vez menos españoles pueden dar el salto al extranjero. Los clubs de fuera cada vez se la juegan menos y si fichan a alguien tienen que estar completamente convencidos de que su rendimiento será inmediato», relata.

Miradas desde el norte

Desde que Pablo se sacó el billete ha visualizado nuevas paradas en su horizonte. El trayecto apunta al norte, hacia un escenario más prometedor, como podría ser la Segunda División de México. Sus partidos han sido seguidos por un club del país centroamericano, donde hay una competición en alza, con equipos que arrastran una poderosa masa social y con un poder económico muy estable. «Lo más importante es ganar el torneo, quiero hacerme con este título tan importante. Firmé hasta el final del curso, cuando acabe la temporada valoraré las propuestas. Soy joven y tengo carrera por delante».

Sus paseos por la calle suelen ser siempre iguales. Cuando se adentra por la zona centro de la ciudad nunca se libra de comentarios futbolísticos o de ánimos. Mientras conversa con la gente vuelve a sonar la alarma. Son las 12.00 del mediodía, y toca esperar otro minuto hasta que pare. Suena como si fuera la última llamada procedente de la estación. El Real Estelí está relanzando la carrera de Pablo Gállego al otro lado del charco. Otro de esos jóvenes que tuvieron que tomar un tren con destino a lo desconocido para tratar de seguir soñando.