Llegó a Melbourne como número 8 del mundo, sin ningún título de Grand Slam y con un cuadro complicado, con Novak Djokovic en cuartos de final. Pudo con todo. Stanislas Wawrinka cerró ayer dos semanas fantásticas que se culminaron con su primer grande después de doblegar al número uno y dos del mundo, algo que no sucedía en un Grand Slam desde 1993, cuando Sergi Bruguera tumbó a Pete Sampras y Jim Courier en Roland Garros.

Era difícil encontrar ayer un hombre más feliz. "Es una locura lo que me pasa en este momento. Nunca me había imaginado ganando algo así. Aún estoy soñando. No sé si terminaré vivo esta noche, tengo muchas posibilidades de acabar muy borracho".

En la segunda manga, Nadal pidió la atención del fisioterapeuta. Fue atendido en la pista y la abandonó tras los tres minutos de reglamento. Wawrinka perdió los papeles y pidió al juez que explicara los motivos de esa pausa. Acabado el encuentro, se disculpó. "Rafa, eres un gran chico y un increíble campeón. Ha sido un placer jugar contra ti. Enhorabuena por tu recuperación y por ser de nuevo el número uno del mundo. El pasado año perdí el partido y lloré un montón. Un año después, no sé si estoy soñando o no, ya veremos mañana".