No fue el día del Casademont Zaragoza, que echó un borrón justo antes de la Copa. El equipo aragonés frenó su racha y encalló en el Nou Congost ante un Baxi Manresa que le superó en casi todos los aspectos, que no le dejó hacer su juego, que se llevó una victoria tan amplia como merecida (85-67). El Casademont se encontró en una situación casi desconocida, incómoda. Por primera vez en muchas semanas no disfrutó sobre la pista, no estuvo cómodo, no pudo correr, no tuvo ninguna opción de victoria.

El gobierno local fue casi absoluto. Superados los primeros minutos de tanteo, en los que el acierto de tres dio ligeras ventajas al Casademont, el dominio fue siempre del Manresa. Con una idea mucho más clara de cómo defender, colapsó el ataque aragonés. Le forzó a tirar de fuera y el conjunto de Fisac no lo hizo mal durante unos minutos, le cerró el camino al aro y el desacierto de Hlinason más las faltas tempranas de Radovic le dejaron muy mermado por dentro. Por contra, la insistencia en su idea de ataque acabó dando sus frutos al equipo de Pedro Martínez, finalmente desatado desde todas las distancias, imparable. Cvetkovic y Kravish hicieron un roto al equipo aragonés y, cuando no, Dani Pérez sacaba a pasear su muñeca por la línea de tres.

El Casademont no encontró la manera de frenar al rival, incapaz de encadenar un parcial en algún momento que le sirviera para volver al partido. Y lejos de acercarse, cada vez iba alejándose más. La desventaja llegó a ser en el último cuarto de 20 puntos. Tan incómodo estaba el equipo que Dylan Ennis acabó eliminado por dos técnicas consecutivas al protestar ostensiblemente una falta que le habían señalado en ataque. Aún quedaban más de seis minutos de juego, pero el tiempo no era el problema del Casademont Zaragoza. Aunque hubiera jugado dos horas más, no habría ganado al Manresa. Fue una cuestión de juego, de las muchas pequeñas cosas que hizo bien el equipo local y de las muchas que obligó a hacer mal al cuadro aragonés.

SIN OPCIONES/ El Manresa le ganó la batalla por el rebote ofensivo (15 en total) y eso le dio oportunidades una y otra vez que paliaron su desacierto en los primeros minutos. Repartió hasta 24 asistencias, buena muestra del juego colectivo del conjunto manresano. La valoración total fue 103-64. El Casademont echó de menos su mejor virtud, que cualquiera puede destacar, que todos suman. En el Nou Congost brilló en algún momento Brussino, tuvo el suyo Barreiro, refulgió unos instantes Krejci. Pero solo el argentino acabó por encima de los diez puntos (11) y únicamente Radovic y San Miguel superaron los diez de valoración. La fuerza del colectivo se desvaneció uno a uno.

Así que en realidad no hubo mucho partido. El Manresa no soltó el dominio en ningún momento y el Casademont no fue capaz de obrar el cambio suficiente como para cambiar la tendencia. Lo intentó Fisac con pívot y con Radovic al cinco. Probó con Ennis y Krejci a los mandos. Nada dio buen resultado porque no hubo manera de que el Casademont encontrara la forma de hacer un buen parcial. En el único momento en el que encadenó tres defensas en las que el Manresa no anotó, después fue incapaz de encontrar puntos con continuidad. Esta vez ni la fe ni la rasmia habitual del equipo fueron argumentos sobre la pista. El Casademont puso fin a su racha de siete triunfos consecutivos entre ACB y Europa con una derrota contundente. No le afecta para la clasficación de la Liga y no debería para lo que tiene por delante. Esta semana se disputa la Copa del Rey y es su gran oportunidad. Eso sí, no puede jugar como lo hizo en Manresa.