Mas de 10.000 personas abarrotaban el Príncipe Felipe un 23 de abril de 1999, pero no se disputaba un partido europeo del CAI, ni siquiera tocaba el grupo de moda. Entre asientos repletos y bajo una grada sin blancos, un cuadrilátero presidía la pista del pabellón zaragozano. José Antonio Bueno se medía al mejicano Rubén Sánchez con el título mundial del peso mosca en juego. Al tercer asalto, López Bueno tumbó a su rival y ganó por K.O. el campeonato mundial, convirtiéndose en el segundo aragonés en conseguirlo tras el talentoso Perico Fernández.

"El boxeo tuvo un momento de auge en los 90, con una hornada con el campeón López Bueno y otros como Miguel Ángel Peña o José Ramón Escriche. Ahora el problema es que no hay ningún líder que llene un pabellón", explica Alberto Navarro, presidente del Colectivo Arbitral de Aragón y miembro de la Junta Directiva de la Federación Aragonesa de Boxeo. Lejos queda ya aquella época de peleas memorables en la que Aragón contaba con grandes campeones. Se fue la opulencia del Felipe y llegó, en su lugar, la sobriedad de las veladas organizadas por los gimnasios zaragozanos, hoy promotores a la vez que lugares de entrenamiento. "Ahora son de menor nivel, pero hay más cantidad de veladas", advierte, no obstante, Navarro.

Y es que el boxeo vuelve a pegar. Si en un tiempo vivió un auge como competición de élite, ahora lo hace como un deporte divertido e ideal para estar en forma. Hay más competidores que antes y, sobre todo, mucha más gente que entrena simplemente por ocio. "La afición ha crecido", confirma Navarro, "cuando yo empecé solo había dos gimnasios, el Boxing Club y el de la Federación. Ahora hay nueve o diez que promueven el boxeo". El Apolo de Quique Pérez, el Ocho Onzas de Sergio Lavandera, el Cuéllar del entrenador Florentín García, el Urban, el Seúl, el de López Bueno o el Kyobox de José Ramón Escriche son algunos de ellos. Estos dos últimos son dos de los más activos organizando veladas.

"A mí me interesa que vaya gente para hacer afición. En la última vinieron unas 600 personas. Si va mucha gente sale rentable, pero normalmente salimos perdiendo en lo económico", aduce Escriche. "Hacemos una al mes. Hay que fomentar este deporte diariamente", dice López Bueno, en cuyo gimnasio da clases otro mito del boxeo, Alfredo Evangelista, al que solo Ali pudo apartar del título mundial. Sin cifras oficiales exactas, Aragón cuenta con unos 45 competidores amateur, el doble de los que había hace diez años.

En cuanto al apartado profesional, la cifra se sitúa en torno a 10, entre ellos Jonathan Castaño, Acero, Mateo, Álex Bonel, Sombra y, el más destacado, Eloy Iglesias. "Ahora hay más cantidad, pero la calidad de antes era superior. Puedo nombrarte a chavales que venían con títulos y medallas como Carlos Lerín, Raúl Guerrero o Vicente Seba. Ahora es muy difícil traer una medalla de los campeonatos de España", afirma Navarro. El boom, en cualquier caso, está en la entrada a este deporte de muchas personas que solo buscan desconectar, no competir. "Mucha gente viene para mantenerse en forma, ya que es un deporte que va muy bien para la espalda, es muy bueno a nivel aeróbico, elimina el estrés. Es muy completo", dice Navarro.

"Mi objetivo no es sacar competidores, sino que el boxeo sea conocido como una actividad sana y divertida", relata Escriche, entre sacos, pósters de antiguos combates y recortes de su padre Ramón, boxeador y promotor de aquellas veladas en el Felipe, que decoran su gimnasio. "El boxeo, además, no es solo subir al ring; hay cuerdas, sacos, espejos o esquinas: muchos ejercicios sin contacto directo. La gente ve que es una actividad en la que desconectas y te vas contento a la ducha", explica López Bueno.

CISMA EN ARAGÓN El boxeo aragonés pasa una época convulsa. López Bueno ha abandonado la Federación junto a otros gimnasios como el Seúl. "He estado trabajando 10 años con la Federación Aragonesa y he salido muy resentido. Me han puesto trabas constantemente", dice el zaragozano. Este grupo rebelde se ha inscrito en la GTB (Global Boxing Federation), una organización de deportes de contacto incluida en la FIDAN (Federación Internacional de Artes Marciales) e independiente de las federaciones aragonesa y española. "La federación recibe tan poco dinero que no puede subvencionar a todos los boxeadores. Cuando no ayuda, es porque no puede", se defiende Navarro.