Nunca será lo mismo, pero Tom Brady, el ‘quarterback’ de los Patriots de Nueva Inglaterra, tiene al alcance de su mano pasadora, incluso pese a su lesión reciente, igualar a Michael Jordan, si no en admiración universal al menos en lo que a títulos se refiere. Este domingo, cuando salte al US Bank Stadium de Minneapolis para disputar frente a los Eagles de Filadelfia la Super Bowl LII, Brady estará luchando por su sexto trofeo Lombardi. Ya es el único mariscal de campo con cinco (y en cuatro de ellos con la guinda de MVP). Pero si en su octava aparición en la cita deportiva del año en Estados Unidos logra el sexto, sería el primer deportista en igualar la marca de Jordan, el GOAT por excelencia, el ‘greatest of all time’, el mejor de todos los tiempos.

Si el pasado es guía, Brady tiene opciones. La final de este año replica la de 2005, cuando los Patriots se impusieron a los Eagles 24-21. Y aunque en su 18ª temporada en la NFL Brady juega ya con 40 años, la suya parece la historia de Benjamin Button. Con sus cuidados, estrictos y no exentos de polémica regímenes de ejercicio, cuidado y preparación física y dieta, el llamado método TB12 que ha convertido en negocio junto a su controvertido preparador y socio Alex Guerrero, su reloj biológico parece ir en sentido contrario al del resto de la humanidad. Como escribía este jueves 'The New York Times', su estado físico no presenta señales de declive. Y hasta su estilo de juego, que le confirma como uno de los mejores pasadores bajo presión, se asocia al de jugadores más jóvenes.

La única sombra antes de su octava final de Super Bowl es la herida que se hizo en la mano derecha en un entrenamiento el 17 de enero, que le obligó a recibir 12 puntos. Esa lesión no le impidió dar la vuelta al partido de final de conferencia frente a los Jaguars. Pero la ha estado tratando con unos guantes especiales de Under Armour (con la misma tecnología de infrarrojos que los pijamas de 99 dólares y las sábanas que promociona). Y aunque hace unos días afirmaba que estaba “aún trabajando” en la mano, también se mostraba confiando en que estará “donde debe” para el partido.

EL FUTURO DE LA DINASTÍA

Si la potente defensa del cuadro de Filadelfia no le frena (y si el ‘eagle’ Nick Toles no acaba convertido en el ‘quarterback’ de la jornada) un triunfo de Brady sería también otra coronación del entrenador Bill Belichick. Y permitiría al exitoso dúo un momento de celebración entre noticias de tensiones que ponen en duda el futuro de la dinastía. Por más que los dos y el propietario de los Patriots, Robert Kraft, hayan tratado de acallar y desmentir los rumores, estos no desaparecen. Menos desde que Belichick quitó privilegios de acceso a Guerrero, el gurú del método TB12 que algunos dentro de los Patriots han denunciado casi como “una secta”. O cuando el entrenador quedó, según ESPN, “furioso y desmoralizado” cuando Kraft le forzó a traspasar a Jimmy Garoppolo, el ‘quarterback’ que preparaba como relevo.

De momento, Brady tiene contrato hasta finales de 2019. E intenciones de seguir jugando, por lo menos hasta los 45, para desesperación de su esposa, la exsupermodelo Giselle Bündchen, que en febrero del año pasado se atrevió incluso a hablar públicamente del tabú en el mundo Brady: “tiene concusiones”.

“¿Por qué todo el mundo quiere tanto que me retire?”, se preguntaba este lunes Brady. “Me estoy divirtiendo, a mi equipo le va bien. Sé que soy un poco mayor que la mayoría pero realmente lo estoy disfrutando”. Este domingo sale, otra vez, a ganar. Y a buscar otro capítulo en la historia, no el final.