Si Dunga hubiera enchufado a su hijo como auxiliar y hubiera dejado sin Mundial a Luan y al ‘blaugrana’ Arthur, campeonísimos de la Libertadores con el Gremio, para cobijar a Taison (Shakhtar Donetsk) y a Renato Augusto, que lleva un año deplorable en China, lo habrían lapidado en la virtual plaza pública de las tertulias televisivas donde se guisa la opinión pública futbolística brasileña.

Adenor Leonardo Bachi, o sea Tite, (Caxias do Sul, 57 años), tiene bula. En el 2016, rescató a la 'Seleçao' del estrés post-traumático creado por el sobrecogedor 1-7 de Alemania en Brasil 2014, y propagado por el ridículo en la Copa América 2015 (con Thiago Silva regalando un penalti pueril) y 2016 (cayó en un grupo con Perú, Haití y Ecuador); y por la exclusión temporal de las cuatro plazas de acceso a Rusia 2018.

Como hizo en el Corinthians, donde tocó el cielo en 2012 con la Libertadores y el Mundial de Clubes, Tite cambió la historia: 10 victorias en sus 10 primeros partidos oficiales de clasificación mundialista, con goleadas a Argentina (3-0) y a Uruguay (1-4).

No le tembló el pulso en darle la ‘9’ de Ronaldo al debutante Gabriel Jesus, por entonces con 19 años y aún en el Palmeiras, apostó sin reparos en Philippe Coutinho, una de sus grandes debilidades, domesticó el ego de Neymar, recuperó la autoestima colectiva y montó un 11 base, que en su mayoría debutará el 17 de junio en Rostov ante Suiza.

Brasil está a sus pies. Mitos como Rivelino, Jairzinho y Zico han accedido a hacer de coayudantes en una campaña publicitaria del seleccionador milagro para una gran marca de electrodomésticos. Nunca el país de los cracks había idolatrado con tamaña vehemencia a un seleccionador.

Y con el ‘tités’, como se conoce a su retórica farragosa de neologismos de propio cuño y adjetivación barroca, el técnico catequiza a una prensa feligresa. Imbatible en la distancia corta, se ha anticipado a cualquier foco de rebelión. Todos los jueves, ha abierto las puertas de su despacho en la CBF a periodistas locales y corresponsales extranjeros, a quienes les ha regalado empatía, amabilidad y suculentos off the records. Salvaguardado por los resultados, ha cultivado afinidades y ha destensado el ambiente.

El reino de Neymar

Tite ha amansado a Neymar, minimizando el ruido mediático. Para ello, le sustrajo el brazalete inventándose la herejía de la capitanía rotativa, que seguirá aplicando en el Mundial, hasta una hipotética final donde el 10 será, de nuevo, entronizado.

Si Ney se hizo de la causa no fue solo por la sinceridad de su seleccionador. Por fin alguien montó a su alrededor un equipo competente, algo que en seis años no consiguieron ni Mano Menezes, ni Scolari (solo fugazmente), ni Dunga, gauchos todos ellos como Tite.

Más evolucionado tácticamente, Tite, en lugar de una guardia pretoriana, creó un mismo solfeo con la levedad de Neymar, Coutinho (exiliado a la derecha) y Gabriel Jesus, un trío que será legendario si se gana el ‘Hexa’.

Liberó a Paulinho (con Tite jugaba en el doble pivote en el Corinthians), se pidió la versión merengue de Casemiro para “equilibrar” al equipo junto a Renato Augusto. Y atrás, como hacía Dunga, siguió con Alisson, Dani Alves (ahora lesionado y sustituido por el renacido Danilo gracias a Guardiola), y Marcelo en los laterales y una ‘dupla’ de centrales de experiencia, con Miranda y el amnistiado Thiago Silva (ambos con 33 años) que le ha ganado la posición a Marquinhos.

Neymar, recuperado, en una sesión preparatoria en las instalaciones del Tottenham. / AFP

La pizarra ha funcionado. El 4-1-4-1, en que algunos pueden vislumbrar un trivote cuando entra Fernandinho y se une a Casemiro y Paulinho, es el punto de partida de una Seleçao que ha recuperado algunas de sus esencias, más en la delantera que en la zona ancha, donde sufre con la descapitalización de un ‘camisa 10’ tradicional.

Neymar está para romperla. Ha estado tres meses inactivo, recuperándose en su país de la fisura en el quinto metatarsiano del pie derecho, mientras abdicaba de todo en el ocaso parisino de Unai Emery.

Para no enervar aún más al PSG, la CBF repite que el crack solo estará a tope en los octavos. Una camama. Ha entrenado a tope y, en su reaparición, fresco física y mentalmente, voló en los 45 minutos que se regaló contra Croacia. ¿Un presagio para Rusia?

Willian pide paso

La chispa de Willian ha plantado una semilla de duda. En la derecha, su posición natural, da más prestaciones que Coutinho. El barcelonista podría volver a su zona natural, donde crearía junto a Marcelo y Neymar la banda izquierda más temible del Mundial, o incluso podría actuar por el centro, donde aún no ha florecido. Para ello, tendría que sacrificarse a Renato Augusto o a Fernandinho, con el riesgo de minimizar el centrocampismo y rasgar el equipo por la mitad.