Raúl Bravo, 33 años, seis temporadas en el Madrid, 14 partidos internacional, dos Ligas y una Champions como madridista... Era difícil por entonces verle cualidades como lateral izquierdo para jugar ahí. Ahora, como central, es todavía más complicado establecer sus virtudes en el Córdoba. Como ya no confía en su físico, perdió de vista el balón, lo que nunca se debe hacer, y Roger lo aprovechó con el tiempo ya cumplido, en la última jugada, para robarle la cartera tras el pase de Arzo y marcar un gol que deja al Zaragoza con seis puntos de ventaja con respecto al descenso cuando quedan 12 por disputarse. Es decir, la permanencia virtual en Segunda ya lograda sobre el césped, aunque aún quede la de los despachos. Agapito Iglesias, con sus oscuros intereses y sus negociaciones casi teatrales, dirime ésta, igual o más decisiva.

Esa salvación casi en la mano no debe suponer, en buena lógica, ningún aplauso para un equipo que celebró el triunfo como si hubiera logrado la Liga de Campeones. Nadie osó después mencionar la palabra promoción y desde aquí tampoco se va a hacer, por mucho que esté el séptimo puesto a 4 puntos. No es una distancia insalvable, aunque para un equipo tan mediocre, irregular y con tan poco fútbol tenga toda la pinta de ser así, de quedarse en tierra de nadie en estas últimas 4 jornadas.

MALA SALIDA Porque el Zaragoza ganó, sumó de a tres tras dos derrotas seguidas, pero el partido que soltó, sobre todo en la primera parte, fue tan infame como muchos. Víctor, que se equivocó en el once, en mantener a Barkero y Luis García o en su insistencia en Arzo como mediocentro, movió esta vez bien el banquillo. Eso, la mejoría tras el descanso y el apagón físico de un Córdoba que se quedó fundido en el último cuarto de hora para que Cidoncha y Roger dieran la vuelta al marcador posibilitaron la victoria. Es, por cierto, la primera vez que el Zaragoza remonta un gol inicial de un rival para ganar. En la jornada 38.

Ese tanto llegó esta vez en el minuto 12, en el clásico arranque zaragocista, con el pijama sin quitar y todavía pensando dónde estaba cuando Abel, solo, tuvo todo el tiempo de mirar, lanzar un balón a la espalda de los centrales que Arturo bajó con Cidoncha a su lado. El improvisado central se resbaló con una ligera ayuda del delantero y éste asistió a Pedro para marcar a placer. Cidoncha, este error al margen, fue mejorando con el paso de los minutos. No es central y eso es un hándicap, pero tiene más salida de balón, es más rápido y va bien por alto. Aun así, Víctor debería explorar la opción de Arzo en el eje, porque este chico ya ha jugado allí muchas veces y en el medio se pierde en demasía. El sinfín de faltas que hace así lo demuestra, aunque es verdad que al menos tiene la virtud de dársela a los de su misma camiseta.

El Zaragoza, con Roger acostado a la derecha y Henríquez arriba, ni se encontraba. Balonazos sin sentido, Luis García y Barkero sin aparecer, nervios a la espalda de los centrales... . Uli Dávila no logró rematar bien en la mejor ocasión y Álvaro evitó el gol de Arturo tras un pase de Abel, mientras que entre los dos centrales firmaron una jugada casi cómica que Uli tampoco aprovechó y despejó Fernández. El Córdoba pudo sentenciar y no lo hizo, incluso Bouzón quiso regalar un gol a Montañés, que no aprovechó. Menos mal que aún quedaba la bala de Raúl Bravo...

La lesión de Barkero y la entrada de Paglialunga dieron algo más de aliento en la medular en la primera parte. Y, tras el descanso, Víctor Rodríguez le ofreció algo más de fútbol, de poso, desde la mediapunta. El técnico con esos dos cambios, con las despedidas de Luis García y Barkero, arregló bastante el desaguisado. Y, además, el Zaragoza, decidió jugar un gramo más. Ya saben, echar el balón al suelo, tratar de combinar y no apostar siempre por el balonazo. No es que fuera mucho, pero una leve mejoría hubo, mayor porque el Córdoba, sin tanta claridad en el medio y con Pedro, Arturo y Uli fundidos, dio un paso atrás, muy confiado en la impotencia del Zaragoza para amenazar solo con Nieto, que le buscó las cosquillas al flojo Abraham.

Víctor Muñoz dio otro paso más con la salida de Álamo por un desaparecido Henríquez. Lo del chileno, por cierto, es otro Expediente X. Empató el Zaragoza en una falta sacada de la nada por Montañés y en la que Víctor la puso con maestría a la cabeza de Cidoncha. El gol, a falta de poco más de un cuarto de hora, le dio todo la vida al equipo, que pasó de verse con el agua al cuello del descenso a soñar que en Córdoba iba a tener que ser.

Y lo fue. Paglialunga, muy firme en la segunda parte, tras una combinación con Roger lo rozó. También Víctor, con un gran control orientado disparó para que Juan Carlos se luciera. El Córdoba agotado y en busca del gol era presa fácil de una contra. Tras un par de balonazos sin sentido, Arzo envío la pelota con toda la ventaja para Raúl Bravo, pero el central repartió oro en forma de oxígeno para que Roger firmase un triunfo que es más que vital.