Paco Herrera es un hombre de espaldas anchas, baqueteado por miles de tardes de fútbol y décadas de experiencia, que ha visto y oído de todo, allí y por supuesto también aquí. Herrera es un hombre de buen talante, conciliador, con un profundo sentido de la mano izquierda, temple, aguante y una serenidad muy profunda en situaciones de conflicto.

Con seguridad, por el especial celo que tiene con la intimidad, el técnico hubiera gestionado con absoluta calma y apariencia de total normalidad el regreso de Movilla al vestuario en el caso de que se hubiera producido. No tendrá que perder el tiempo en ese cometido ni le restará energía para cosas más importantes tras la suspensión de empleo y sueldo del Pelado por 30 días. Mejor que no haya tenido que pasar por ese brete. Un problema menos. Él, y todos los que están ahí dentro, saben bien por qué.