Ambiente enrarecido en la Ciudad Deportiva. No hubo vídeo y los jugadores saltaron puntuales al terreno de juego. Allí esperaba Imanol Idiakez, con rostro serio y pensativo. La plantilla al completo, con los lesionados incluidos, se juntó en el centro del campo y el técnico tomó la palabra.

Fueron solamente unos tres minutos antes de que el grupo de dividiera en tres: titulares y lesionados al gimnasio, porteros con Insausti y el resto con Néstor Orozco. Mientras, Idiakez se quedó alejado de la acción y hablando con Mario Gibanel, su segundo entrenador, durante unos minutos comentando aspectos del equipo. Los dos tratan de dar con la solución que evite su destitución y que permita al Real Zaragoza recuperar las buenas sensaciones del inicio de la campaña.

Después de la charla entre ambos y de intercambio de pareceres e ideas, Idiakez se quedó solo, pensativo de nuevo, con la cabeza agachada durante varios momentos del arranque de la sesión. La situación es delicada y el técnico zaragocista lo sabe. No hace falta que se lo recuerde nadie.

Esta vez no hubo ninguna escenificación pública de la crisis que vive el Real Zaragoza. Ni reuniones en el césped, ni ningún directivo ni altas esferas en el entrenamiento. Al menos no se mostraron públicamente. Lalo Arantegui y Barba no salieron de su despacho al comienzo del entrenamiento, aunque antes sí que estuvo el director deportivo presente. Eso sí, sin dejarse ver en el famoso pasillo entre el vestuario y el césped.

Fue una imagen que contrasta con las que se vivieron tras empatar con Osasuna en casa y perder con el Numancia en Soria. Primero por la reunión en el césped en casa, con una Romareda completamente vacía, entre el director general, Luis Carlos Cuartero; el director deportivo, Lalo Arantegui; y el secretario técnico, José Mari Barba.

Tras el varapalo de Los Pajaritos, Lalo se reunió con Idiakez y la plantilla por separado y con todas las piezas a la vez en el vestuario horas después de haber perdido en Soria. Zapater, el capitán, restó importancia al encuentro porque «también nos reunimos cuando ganamos» y, junto a Javi Ros, ha defendido el trabajo de Imanol Idiakez. Contra el Tenerife tiene una prueba de fuego, quizá la última. Es consciente de su delicada situación, pero dirigirá el duelo entre urgencias.