La gente de bien sigue esperando a Cani, quien dejó un mensaje de esperanza en el contestador de Riazor. Su espléndido encuentro en La Coruña, el mejor de su carrera en Primera División, recuperó al equipo aragonés de un abismo de resultados negativos. El canterano marcó el gol de la jornada y ofreció una asistencia a Villa para que el Real Zaragoza ganara y se fuera de vacaciones más tranquilo. Su actuación frente al Deportivo dejó constancia que dentro lleva algo grande, pero que le sale en contadas ocasiones para desesperación de un sector de La Romareda que le silba hasta cuando estornuda. En casa tiene un calvario que sólo evitará si es capaz de acercarse a la versión que mostró en Riazor.

Pese a ese maravilloso regalo, el canterano continúa atrapado entre el espejismo de un futbolista que puede llegar mucho más lejos y la realidad, unos números personales que le tienen anclado fuera del once de confianza de Víctor Muñoz. Doce compañeros han dispuesto de más minutos que él en las 17 jornadas que se han disputado en la Liga antes del parón navideño. El curso pasado (ver gráfico) le ocurría lo mismo a estas alturas con Paco Flores.

Importante

El mediapunta fue verdaderamente importante contra el Deportivo en su octava aparición en el equipo de salida, en el que supuso su primer triunfo de la campaña bajo esa condición. Antes, como titular había sumado junto a sus compañeros cuatro derrotas (Barcelona, Racing, Mallorca, y Numancia) y tres empates (Valencia, Atlético y Osasuna). El resto de sus presencias en la citación han tenido como destino la suplencia, de la que en dos ocasiones, frente al Levante y el Espanyol, no abandonó en todo el partido.

Su peso en el conjunto que entrena Víctor Muñoz es ligero por deseo del técnico, quien hasta la décima jornada no se volcó con Cani. El Bar§a y el Racing fueron dos aperitivos antes de que el preparador le diera un papel principal. Protagonista en la recta final del 2004, quedan escasos momentos para recordar al margen de su esplendoroso rendimiento ante el cuadro de Irureta. Un par de aceptables partidos en el Calderón y en Mestalla, poco más.

Cani es aún un enigma. Si se contabilizarán las oportunidades y su respuesta en ellas, quedaría en un futbolista de acompañamiento con no mucha fortuna. Sin embargo, la gente de bien, la que le entrega su corazón y su alma por verle en continuo estado de gracia, le sigue esperando con fiel paciencia. Por ahora es un breve triunfador que dejó un precioso mensaje en Riazor.