Lo había pronosticado y lo temían sus rivales. Tanto Takuma Sato como Jenson Button, los dos pilotos de BAR-Honda, que precedían a Fernando Alonso (Renault) en la parrilla de salida del Gran Premio de Hungaroring, en Hungría, intuían que, en cuanto se apagasen los semáforos, el asturiano se colaría por donde pudiese y trataría de llegar como fuese por delante de ellos a la primera curva del circuito.

Alonso lo anunció y lo cumplió. Con su habitual maestría para arrancar como un cohete, el asturiano se coló entre los dos Honda y casi acaba con Rubens Barrichello (Ferrari) al llegar al primer giro. Michael Schumacher (Ferrari), como no, ya se había escapado, pero el español volvió a dar el golpe en la salida, un golpe que le dio al final el octavo podio de su vida, el cuarto cajón de este año y lo convierte, ya definitivamente, en la única altenativa a la dictadura de los Ferrari, si es que existe, ya que los dos bólidos rojos ridiculizaron ayer, en Budapest, a toda la parrilla mundial consiguiendo el séptimo doblete de la temporada que le proporciona a Ferrari el 14º título de constructores, el trofeo más preciado del Mundial.

CARRERA TIPICA Todo lo que ocurrió en Hungaroring sucedió en los cinco primeros segundos de carrera. Los dos monoplazas de Ferrari se escaparon y Alonso retrató a los poderosos BAR-Honda con su manejable Renault. La salida del asturiano acabó, de golpe, con la única atracción del gran premio: quién ganaría la medalla de bronce, quién acompañaría a los dos pilotos rojos en el tercer cajón del podio, quién sería el mejor de los otros .

No había mucho más que repartirse. Y ese galardón se lo adjudicó, con su estilo habitual, el asturiano, que intenta ahora que su marca se convierta en flamante subcampeona del mundo, tarea nada fácil porque su compañero Jarno Trulli tiene ya la mente en otras cosas y va a ser difícil que le ayude en la lucha que Renault, ahora con 91 puntos, mantiene con BAR-Honda (83).

La autoridad con la que Ferrari resolvió el GP número 13 de la temporada --de los que 12 han sido ganados por Schumi y tan sólo uno, Montecarlo, por Trulli-- sólo es equiparable al dominio ejercido por Alonso sobre sus perseguidores. Los rojos sólo permitieron que otros tres pilotos acabasen en la misma vuelta (Alonso, Montoya y Button), doblando al resto de sus competidores sobre el asfalto.

Schumacher, que volvió a celebrar su victoria número 82 con otro de sus típicos saltitos al llegar al podio, estableció ayer un nuevo récord. No sólo sumó su triunfo número 12 en una misma temporada, no sólo descartó ya, a falta aún de cinco grandes premios (Bélgica, Italia, China, Japón y Brasil), a todos sus adversarios menos a su compañeros Rubhino (restan 50 puntos en juego y Button está ya a 55; Trulli, a 74 y Alonso, a 75), sino que igualó el histórico récord de Alberto Ascari, que fue el primero en sumar siete triunfos consecutivos del Gran Premio de Bélgica de 1952 al Gran Premio de Argentina de 1953. Para que se hagan una idea, Schumi superó ayer la barrera de los 3.000 kilómetros liderando un gran premio en una misma temporada (3.023); el segundo es Trulli, con 277 y, el tercero, Alonso, con 181.

EL CONSEJO DE ECCLESTONE Flavio Briatore, jefe de Renault, lo tiene claro: Están intratables", dijo ayer refiriéndose a los Ferrari. "Son todo un espectáculo", añadió David Richards, capo de BAR-Honda. "Hay que quitarse el sombrero", comentó Ron Dennis, responsables de McLaren-Mercedes. "Schumacher es maravilloso, lo mejor que tiene este deporte, alguien al que todos quieren vencer y no pueden. Yo creo que lo único que pueden hacer para derrotarle es secuestrarlo, no hay otro modo", bromeó Bernie Ecclestone, el amo del Mundial, que ya pronosticó que el piloto alemán lo ganaría todo.