A estas alturas de la pasada campaña, el Valencia llevaba tres entrenadores, deambulaba por la zona baja de la tabla y tenía a su afición levantada en armas contra Peter Lim, propietario del club. Y así fue toda la temporada. Un año después su situación ha cambiado por completo tras dos decisiones estratégicas clave. La primera, la contratación de Mateu Alemany como director general. La segunda, ya con el balear al mando, el fichaje de Marcelino García Toral para entrenar a una plantilla en la que decidieron hacer limpieza. El club 'regaló' a pesos pesados de dudoso ascendente dentro del vestuario como Diego Alves o Enzo Pérez. Y la mano, la buena mano, de Marcelino obró tan prodigioso cambio.

Decidió el técnico arriesgar y tratar de recuperar a jugadores como Parejo o Zaza y también dejar el camino libre para que pudiera crecer canteranos como Carlos Soler, Lato o Nacho Gil. Se gastó dinero en rehacer su línea defensiva con el portero Neto y los centrales Murillo y Paulista y, del medio campo para adelante, apostó muy fuerte por cesiones de grandes proyectos que no habían cuajado en sus actuales clubes como Kondogbia, Guedes o Pereira. Y todo le ha salido bien.

Invicto en la Liga

Invicto en la Liga y encaramado a la segunda plaza por primera vez en tres años, el equipo ha mostrado dos caras opuestas, serio y fiable principalmente en Mestalla, y explosivo aunque inseguro como visitante. El triunfo por 3-6 del domingo en el Benito Villamarín fue el mejor ejemplo, pues llegó a ponerse 0-4 y acabó sufriendo. Pero, de una manera u otra, las dos cosas le han funcionado y ha sumado en todos los partidos.

Incluso ha aprovechado el buen viento para despedir a José Ramón Alexanko que figuraba pero no ejercía de director deportivo, y para presentar la enésima maqueta del Nuevo Mestalla, con un aforo menor y presupuesto reducido.

El problema de los Yomus

Su principal reto son ahora los ultras. Tras un año de 'divorcio' con la Curva Nord, Alemany aceptó este verano que regresaran a la 'Grada de Animación' unos treinta aficionados que habían sido expulsados, formalmente porque tenían más de treinta años pero con el objetivo reconocido de reducir la influencia de los Yomus. Con la vuelta de sus 'veteranos', la Curva puso fin a su huelga de animación y Mestalla ha registrado un gran ambiente. Pero alguno de los readmitidos, y otros miembros del grupo, protagonizaron salvajes agresiones el '9 d'octubre' a los asistentes a la manifestación de la izquierda nacionalista y ahora el club debe decidir si aprovecha que todo le va de cara (y el riesgo de ruptura es menor) para retomar una limpieza más 'quirúrgica' de su grada o si lo deja pasar.