Javier Franco Oteo está acostumbrado a abrir huella, ser el líder de la cordada. Sabe, como curtido montañero, que el secreto de cada reto, de cada cima, se acuesta en esa responsabilidad de tirar de los otros cuando se está fuerte y también dejarse llevar por los compañeros para no agotarse. Esa misma iniciativa es la que le llevó a dar ese paso, quizá el más desafiante de su larga caminata entre picos y crestas, de presentarse a la presidencia de la Federación Aragonesa de Montañismo (FAM). Desde hoy es oficialmente el único candidato a un cargo que deja Luis Masgrau después de veinte años.

Todo comenzó en la Pradera de Ordesa a mediados de los 80. Allí, ese joven de la comarca de Calatayud intentó sin éxito llegar a la Brecha de Rolando, pero empezó a enamorarse sin remedio del monte, de los Pirineos, rumbo obligado desde entonces cada fin de semana. Más alpinista que senderista, aficionado al esquí de travesía y a las raquetas, tiene unos 56 años en plena forma y dos hijos a los que ha inculcado su pasión. Uno de ellos, el más joven, participa de forma activa en el grupo especial de esquí de montaña de la propia FAM y compite en carreras alpinas.

Javier pertenece a Os Andarines d’Aragón desde su creación, cuando las prejubilaciones anticipadas les llevaron a extinguir el grupo de montañismo de Eléctricas Reunidas de Zaragoza, ahora Endesa, donde sigue trabajando. Ingeniero industrial y auditor de sistemas de gestión, combina esta actividad con el alpinismo como monitor y generando dentro de Andarines, el club con más licencias de Zaragoza y popular por la organización de andadas, la sección de Alta Montaña desde 2010.

Esta labor llevó a Luis Masgrau a invitarle hace cuatro años a cubrir en la Junta de FAM la vacante existente en la Comisión de Raquetas de Nieve. Este periodo le ha servido para conocer desde dentro la amplia estructura de una entidad con 14.000 federados, más de 200 agrupaciones y un presupuesto de unos 3,7 millones de euros.

El anuncio el pasado 27 de junio de Luis Masgrau de ceder la presidencia orientó muchas miradas hacia Javier como sucesor ideal. No fue una decisión individual, sino promovida desde el apoyo incondicional de Os Andarines y por compañeros de la Junta que perciben en él ese talante necesario para enfrentarse a la responsabilidad pública del cargo. «Sé que hay gente dentro de la federación con muchos más vínculos con la administración que yo, pero valoran que no les gusta estar en primera línea. Alguien tiene que estar y me decidí», dice.

Cuando se complete el proceso, a mediados del próximo mes, se convertirá en el sexto presidente de la FAM en su historia tras Pepe Díaz, Félix Cruchaga, José Ramón Morandeira, Jesús Rivas y el propio Masgrau. No obstante, no busca un gobierno presidencialista, sino que aboga por continuar con la transparencia, participación, buena comunicación y consenso de todos. «Podré dar la cara como presidente, pero no seré quien decida o tome las decisiones solo, sino que formamos parte de esa cordada con la Junta, clubes, técnicos, árbitros, los montañeros… con el consenso de todos. Y ese es el planteamiento que hice cuando decidimos que yo diera el paso», expone el único candidato, que desde hace un año cedió el testigo en su parte de la gestión en Andarines para facilitar la transición. «Aunque seguiré yendo a las excursiones y colaborando», recalca con firmeza.

Afrontará cuatro años de mandato en los que acometerá distintos retos dentro de una amplia continuidad. Modernizar la comunicación, rejuvenecer el órgano directivo, mantener las buenas relaciones con FEDME o Gobierno de Aragón, participar en la reglamentación de los espacios naturales, fomentar el deporte femenino, escolar e inclusivo, o frenar la intromisión de otras entidades en disciplinas de montaña serán algunas de sus líneas de actuación.

Los horizontes más inmediatos afrontan el repecho del Covid. Arrancar con las acciones y competiciones de montaña, ahora casi paralizadas, dentro de los protocolos existentes de seguridad y protección ante la pandemia, acogiéndose a las restricciones, pero afinadas a la realidad de una disciplina que se realiza al aire libre. «Si otros deportes se juegan, por qué no se van a hacer competiciones de montaña, sabiendo positivamente que es una actividad al aire libre, en un entorno natural, más sano en un principio, que tiene menos riesgos que estar en un pabellón o en otras circunstancias con público», indica convencido Javier.

2021 será clave para regular la adaptación de la nueva Ley del Deporte, que especifica que las actividades deportivas tienen que desarrollarse dirigidas por un técnico o guía profesional, obligatoriedad que choca con la realidad amateur de la mayoría de clubes. «Es un fiasco tremendo que nos ataca la línea de flotación a los clubs de montaña en general, porque son asociaciones de carácter más popular, abierto a los aficionados y no profesional como pueden ser entidades de otros deportes que compiten. La dirección de las actividades de un técnico titulado o guía profesional es insostenible para la mayor parte o todas las entidades», concluye Javier Franco Oteo, subrayando el bajo nivel de accidentes y siniestralidad que se producen en las actividades organizadas por grupos federados en la montaña.