Sergio Ramos se disfrazó, por enésima ocasión, de salvador de un Real Madrid al límite en el físico y atascado ante una defensa de cinco del Real Betis, que con orden tuvo al equipo de Zinedine Zidane al límite, obligado de nuevo a remontar para volver a mandar en la Liga (2-1).

Fue una salida en tromba del Real Madrid, en una apuesta de Zidane por el talento. Sin Bale aumentaba la presencia de centrocampistas para dar argumentos de un fútbol más vistoso a los que comienzan a señalar a la BBC como factor clave de falta de equilibrio. Juntó a Isco y James con Modric. El buen trato de balón estaba asegurado. Solo faltaba encontrar soluciones de cómo leer una defensa poblada del rival.

Comenzó con movilidad, todos los madridistas muy participativos en ataque, con ocasiones variadas. El Bernabéu disfrutaba y aguantaba en pie el vendaval un Betis con las ideas claras. Defender bien era la clave. Estar juntos y lanzar ataques con velocidad buscando el peligro de Rubén Castro. Nadie esperaba el grave error de Keylor Navas, alejado de su versión fiable este curso, sin poder agarrarse a un nivel regular. En tres minutos pudo ser expulsado, al chocar en una salida del área con Brasanac, y se metió un gol en su propia portería. Un centro atrás de Durmisi lo finalizó Sanabria con un disparo raso, sencillo para el portero madridista, que con el cuerpo en el césped veía cómo se le escapaba el balón. Al intentar atajarlo con el guante derecho, precipitado, lo empujó dentro de su portería.

Fue un golpe inesperado que no encajó bien el Real Madrid, lento en su lectura del juego y sin encontrar soluciones para romper las líneas unidas del rival. Necesitaba el factor sorpresa y nadie lo representa mejor que Marcelo. Una de sus subidas acabó con un centro preciso a la cabeza de Cristiano, que hizo el empate con un remate cómodo.

En la reanudación, Rubén Castro disfrutó de una doble ocasión y el Real Madrid demostró el poco equilibrio que tiene sin la figura de Casemiro. En ataque estaba espeso de ideas. El plan para el partido de Zidane no había funcionado y necesitaba cambios. Tardó en hacerlos, con Lucas Vázquez y Benzema. Primero perdonó Cristiano y después se fue a la calle Piccini por doble amarilla. Obligado a la heroica ante la falta de fútbol, apareció el centro de Kroos y la cabeza de Ramos otra vez para dar el triunfo. Definitivamente, es la Liga de Ramos.