La puerta de entrada en la historia está en Granada, a 700 kilómetros de Zaragoza. Tan lejos, tan cerca. Esa puerta, que da acceso a la ACB, se abrirá esta tarde durante 40 minutos. A través de ella, el CAI quiere cruzar la frontera que delimita la LEB, una Liga que le queda ya pequeña por su incesante crecimiento, y el reino de los más grandes. Todo o nada. Ganar o perder. Alegría o tristeza. Exito o decepción. El fino límite que separa la gloria de las lágrimas no permite ningún error. Con la eliminatoria empatada (2-2) por la superioridad de los dos equipos cuando han jugado con el respaldo de sus aficiones, el CAI tendrá que revertir hoy esa tendencia por obligación. La desidia de los dos últimos meses de la fase regular, en los que perdió el factor cancha en los playoffs , no le deja otra opción. Para subir, deberá hacer un esfuerzo suplementario y vencer en Granada, algo que todavía no ha conseguido en los tres partidos que ha jugado allí esta temporada.

La fórmula química que asegura el ascenso a la ACB es una combinación de acierto en la pista y serenidad emocional. El cuerpo y la mente. Y a ese milenario equilibrio es al que tratará de sacarle ventaja el CAI para hacer realidad su sueño. En un juego de precisión, en el que las dinámicas condicionan el rendimiento, el equipo llega a su cita con la historia en el mejor estado anímico, crecido por las dos victorias del pasado fin de semana bajo el cobijo del Príncipe Felipe. En el otro extremo vive ahora el Granada. El conjunto andaluz, superior en el inicio de la eliminatoria, se resquebrajó en Zaragoza, dejó entrever un clima tenso de convivencia entre algunos de sus jugadores y Sergio Valdeolmillos, el técnico, y comprendió que retornar a la Liga ACB a la primera le exigirá jugar un encuentro de máximo nivel y sin apenas fisuras.

DEFENSA COLECTIVA "La eliminatoria se ganará en defensa". La frase, pronunciada por Sergio Valdeolmillos en Granada, ha resultado de una precisión certera y tiene validez para esta tarde. La victoria del CAI requerirá de una respuesta defensiva del más alto nivel y, fundamentalmente, colectiva. Todos para uno, uno para todos. Sólo así, con ese modelo, aplicado con éxito en los dos encuentros celebrado en Zaragoza, el equipo tendrá opciones de ganar donde sólo lo han hecho el Ourense y el Melilla. Nadie más ha conquistado con éxito el Palacio durante toda la temporada.

La situación, que no permite fallos, lo que se juega es la vida o la muerte, es similar en su dibujo a la del quinto partido de Plasencia en cuartos, aunque existe una diferencia real y sustancial. El Granada, que juega con un americano por el despiste de Silas Mills, tiene mejores jugadores y mejor equipo que el anárquico cuadro extremeño. En las cábalas de Julbe, que no tendrá bajas, hay varias obsesiones: que el CAI alcance un tono sobresaliente en defensa y que Otis Hill participe de ese trabajo, que Nacho Ordín no se sienta cómodo y que los actores secundarios del Granada no adquieran papel protagonista, como sucedió con los subalternos Liñán y Romero en el inicio de la serie, de amargo recuerdo para los zaragozanos.

LAS ESTRELLAS Si además el CAI comprime los números del montisonense Nacho Ordín (16 puntos de media y 2,7 asistencias), el explosivo Aaron McGhee (20,7 y 7 rebotes) y el experto pívot Jesús Fernández (15 y 8 capturas), y consigue que muchos jugadores participen de la anotación (el domingo, hasta seis jugadores superaron los diez puntos de anotación), el equipo estará más cerca de despertarse en la ACB.

Hoy es un día para la historia, para recordar toda la vida y en estas citas cumbres se distingue el oro de la chapa. Es una tarde para que Diego Ciorciari sonría y haga sonreír, un partido para un Otis Hill pasional, una final para el renacido Matías Lescano y su capacidad de resolución. Un día para cerrar ocho años sin ACB. El día que se ha estado esperando desde hace tanto tiempo.