Lo tenían reservado. Desde que se conoció que iban a participar en la Copa de Aragón, en la vitrina de premios huérfana del CAI ya se había marcado un hueco para aposentar el primer título del club. La efemérides estaba cantada, pero lo que no podía imaginar Pep Cargol cuando levantó al aire el trofeo era que iba a recoger un obsequio en el que todavía se apreciaban las marcas de las uñas de los jugadores de El Olivar, que se negaron a convertirse en un mero sparring y se dejaron el alma en el empeño de amargar una fiesta organizada con anterioridad.El 77-60 final, los 17 puntos de diferencia que reflejó el electrónico del Príncipe Felipe, desvelan una irrealidad que no describe lo esencial del encuentro. El CAI se llevó los laureles de la victoria por la lógica aplastante que demuestra la diferencia de categoría, pero al público, a los 3.500 espectadores que acudieron a contemplar la final, les costó 20 minutos saber quién era realmente el equipo de LEB y cuál era el de EBA. El Olivar dejó el traje de víctima en el vestuario y saltó a la central del Príncipe Felipe sin ningún complejo de inferioridad. Con la garra como estilete y aprovechando la desgana del quinteto del CAI, El Olivar dio una lección de pundonor con la que desquició a los jugadores de LEB, que olvidaron que antes de recoger el título tenían que jugar un partido de baloncesto.IMPOTENCIA Cebrián, Cornao, que el día de su cumpleaños fue merecidamente proclamado MVP del encuentro, Rípodas, Gayán y Pepito Fernández desquiciaron a Uriz, Martínez, Panadero, Otis Hill y Mario García. Con un juego vivo, arriesgado y valiente, El Olivar descubrió las vergüenzas de un CAI que dejó que su rival acumulara una renta de diez puntos (7-17) en los primeros minutos. Los signos de impotencia se reflejaron sobre todo en el comportamiento de la pareja de estadounidenses del CAI, que exhibieron su impotencia con dos acciones poco profesionales. Primero, Otis, al termino del primer cuarto, se ganó una técnica al empujar al árbitro. Pero, peor fue lo de Keith, que a 53 segundos del descanso lanzó un puñetazo a Pepito Fernández lo que le costó la expulsión directa y tener que enfilar el camino a los vestuarios bajo el sonoro ¡Fuera, Fuera! de los aficionados.Tuvo que tardar 13 minutos José Luis Oliete para ver a sus pupilos por delante (24-21), aunque El Olivar aguantó el tipo hasta el descanso (33-33). Fue entonces, y sólo a partir de este momento, cuando el CAI demostró con hechos que merecía ser el campeón de la Copa de Aragón. Se sacudieron los nervios y empezaron a tomarse en serio a su rival, al que atenazaron a base de defensa y rapidez en el contragolpe. El equipo de LEB se impulsó en el cargamento de kilos y centímetros que aportaban Otis Hill y Mario García para deshacerse de un Olivar que notó el gasto físico inicial y se desfondó poco a poco. Esta vez Goliath sí pudo con David, pero fue éste, el perdedor, el único que se retiró de la batalla con la sonrisa en los labios. CAI Zaragoza: O. Hill (16), Uriz (12), Panadero (13), Mario García (6) y Carlos Martínez (13) --cinco inicial--. También San Miguel (0), Ruiz (2), Cargol (7) y K. Hill (6).El Olivar: Cebrián (7), Cornao (14), Rípodas (3), Fernández (15) y Gayán (17) --cinco inicial--. También jugaron Pérez (0), Abarca (0), Marugan (3), Bayle (1), Gascón, Lacruz y Blancas.Arbitros: Guallar y López. Pitaron una técnica a Otis Hill y excluyeron a Keith Hill por agresión a Pepito Fernández en el minuto 19.Parciales: 14-20, 33-33, 62-45 y 77-60.Incidencias: 3.500 personas en el Principe Felipe en la final de la IX edición de la Copa de Aragón.