En el peor momento, con todo en contra, cuando nadie daba un duro por este equipo, con un pívot y medio, ante un rival en racha, en un partido eterno, el CAI Zaragoza realizó uno de los mayores ejercicios de fe de toda su historia, se sobrepuso a todo y más, forzó dos prórrogas y se llevó un triunfo enorme en Fuenlabrada (88-95) que le devuelve a la pelea por la Copa.

El equipo igualó el récord de triples de la competición (17), Aguilar batió su marca personal en la ACB con 24 puntos, a Wright y Cabezas no les tembló la mano en los momentos más calientes, Almazán fue un secundario de lujo, Fontet cumplió hasta que le dejó su tobillo, Legasa no desentonó, Stefansson apareció con triples prodigiosos, Van Rossom tiró del carro al principio, Toppert ha recuperado su acierto... Y así, con menos, sin Archibald, sin Hettsheimeir, sin Burtschi, con Fontet tocado en la segunda parte, el CAI fue más que nunca. Todas las individualidades se dieron la mano para formar un todo que defendió de principio a fin, que nunca se descompuso, que siempre creyó, que siempre lo intentó y acabó obteniendo la justa recompensa a su titánico esfuerzo.

Los obstáculos salieron a cada paso del CAI Zaragoza. Con Rafa finalmente descartado, Fontet ocupó el quinteto inicial por primera vez en la temporada. Le tocaba la tarea más ingrata, intentar frenar al pívot más valioso de la Liga. Aunque el equipo metió pocos balones dentro y prefirió confiar su suerte al acierto exterior, Fontet ayudó en defensa y puso tres tapones hasta que cayó lesionado. El tobillo se le torció en el minuto 18 y su participación se redujo, pero lo que no se torció fue el partido del equipo.

TODOS SUMAN El CAI fue un equipo en su máxima expresión. Con la rotación muy limitada --Burtschi tampoco salió después de una semana de fiebre--, la única opción de victoria pasaba porque todos y cada uno de los que quedaban hicieran su trabajo. Y lo hicieron. Todos aportaron lo necesario, todos fueron importantes. El CAI dominó siempre ante un Fuenlabrada medio dormido, mantentiendo su ventaja casi siempre a base de triples.

En la segunda parte intentó regresar el Fuenlabrada ajustando su defensa, subiendo la intensidad de un partido que tuvo un final espectacular. Los madrileños no se dieron por rendidos, sacaron ventaja de Ayón con 20 puntos más en la zona que los aragoneses y el choque desembocó en un duelo de tiradores en el momento decisivo. Penney y Aguilar, Colom y Cabezs, Mainoldi y Toppert fueron acertando hasta que el malagueño forzó la prórroga.

Los diez minutos que se necesitaron para resolver el partido fueron una lucha titánica y un canto al baloncesto. Surgió lo mejor de cada uno, la calidad de Ayón, la muñeca de Penney, las manos de Almazán para tocar todos los balones, la capacidad de Wright para anotar canastas imposibles, la veteranía de Cabezas para poner el ritmo adecuado, la voluntad que hace crecer a Aguilar y la fe de todos y cada uno de los jugadores del CAI para reivindicarse, llevarse un partido épico y situarse a un solo triunfo de la Copa.