Una sala de espera es siempre incómoda. Las horas no pasan, los segundos pesan una tonelada y la impaciencia te consume por dentro. Esta semana ha sido una tortura para el CAI. Pero, ya llega el momento. Cada vez falta menos para romper la soga del suspense y saber de una vez, tras un año de trabajo, si el puerto al que se llegará es el dorado de la ACB o el negro de la desilusión. La expedición de la esperanza partirá hoy hacia La Alhambra, donde, bajo su sombra, el CAI y el Granada se han citado para rendir una batalla mortal. Sólo puede quedar uno.

La inyección de moral de la remontada, la impresión de que los milagros existen es la constante que alberga en cada palabra del caísmo. Los jugadores han asimilado durante los días que han transcurrido después del 2-2 la euforia del momento y ahora apaciguan el ánimo para entrar a por todas en la pista nazarí. Saben que el trabajo de un año depende de lo que pase durante esos 40 minutos, pero se escabullen de la inquietud, su peor enemigo. "Tenían la ventaja, pero se la hemos robado. Sabemos lo que queda, es difícil, habrá muchos nervios, mucha tensión, pero hay que estar frío y concentrado. Aunque se vayan hay que saber que siempre queda tiempo para reaccionar y no irse del partido", comenta San Miguel. "Va a ser una guerra, pero si jugamos en conjunto, en grupo, como en Zaragoza, la cosa funciona", opina Esmorís. "Lo difícil era remontar. Eso que decían que ganar tres era muy complicado, pues ahora hay que olvidarse. Ahora queda un partido y sea donde sea hay que ir a ganar, sin resquemores y hacer lo que tengamos que hacer", apunta el granadino Mesa.

QUIEN ME LO IBA A DECIR El factor pista ha sido primordial en la serie. Nadie ha perdido en casa, pero también es verdad que la sensación actual, tras los encuentros de Zaragoza, es que el CAI llega al choque definitivo con el autoestima de la victoria. "Sólo queda uno. Nos jugamos la temporada. Pero... ¿Quién nos lo iba a decir cuando llegamos a Zaragoza con el 2-0? Ahora son ellos los que tienen el miedo en el cuerpo", dice Oscar González. La tortilla se invirtió en el Infierno Rojo . "Ahora son ellos los que tienen el culo prieto", afirma Rodrigo.

El viaje no lo harán solos. La impaciencia también late dentro del corazón de la Marea Roja . Ya se ha completado un autobús de aficionados aragoneses, muchos otros irán en coches privados. En Granada casi no quedan entradas. El pabellón estará lleno. Será una fiesta. "Yo estaba en el público cuando ascendieron ganando al Menorca. El pabellón estará a reventar, seguro, pero vamos a ir a ganar", explica Mesa. Ya queda menos.