Los ‘viejos’ ciclistas, los que tanto en la Vuelta como en el Tour y el Giro se emplean para recordar tiempos pasados y colaborar con la organización, añoraban este miércoles en Logroño no disponer de una bici para acoplarse al pelotón y rememorar otras épocas, en una especie de ‘clásica’ sin obstáculos de montaña.

Porque tal como decía Roberto Laiseka, el ciclista vasco que dio al Euskaltel el primer triunfo en la ronda francesa, al ritmo que iba el pelotón por un territorio sin una cuesta, cualquier excorredor experimentado y algo entrenado aguantaba a los profesionales de la carrera, al menos hasta la última vuelta.

Ocho vueltas

Ha querido la organización de la carrera organizar por Logroño, sus calles y sus alrededores, un circuito de ocho vueltas y 166 kilómetros, que ha sido algo así como una jornada de recuperación con un dorsal puesto, con un escapado que no iba a ninguna parte, Matthias Kriek, que se pasó todo el día en fuga y en solitario, un esprint anunciado, triunfo de John Degenkolb, y solo el riesgo de una caída, en la fase final, con el francés Nacer Bouhanni como principal afectado.

Jornada tranquila para Alberto Contador, al frente de la general, y sus perseguidores, Alejandro Valverde, Rigo Urán, Chris Froome y Purito Rodríguez. El decorado cambia este viernes, con una jornada de media montaña, aperitivo de la trilogía asturiana de cumbres, con tres puertos por el camino y un final, que aunque no es puntuable, sí será una llamada a los ataques, entre Belorado (Burgos) y el parque de Cabárceno (Cantabria).