Mientras que en Italia se habla cada vez más fuerte y claro de dopaje en el fútbol, los verdaderos protagonistas, los futbolistas, no tienen la intención de acallar estas voces y se niegan a realizar los análisis de sangre y orina, que ha introducido la Federación Italiana de Fútbol. De los 12 jugadores elegidos al azar la pasada jornada, 6 se negaron a someterse al análisis de sangre. Un duro golpe para la Federación Italiana, la primera en Europa en introducir ambos exámenes, que entraron en vigor en el Mundial del 2002 y que serán obligatorios en la Eurocopa de Portugal. La Federación no se da por vencida y ha anunciado que en el próximo año se introducirá la obligatoriedad de los análisis de sangre en los contratos.

Aunque el presidente de la Liga de Fútbol, Adriano Galliani, ha prometido que buscará el método para sancionar a los jugadores que no quieran realizar el análisis de sangre, aún no es obligatorio. Falta por ver si los jugadores se seguirán negando a los análisis tras las declaraciones del doctor de la Juventus, Riccardo Agricola. "El abanico de fármacos que usan los clubs italianos es mucho más amplio que el de la Juve. La creatina la usan todos". Agricola está acusado desde hace tres años de fraude deportivo por suministro indebido de fármacos.

LAS VIEJAS GLORIAS Los que sí se acuerdan del doping son las viejas glorias del fútbol italiano. La cuestión la levantó el entrenador checo Zdenek Zeman, que durante una entrevista hace algunos años habló sin tapujos de dosis excesivas de creatina y de sospechosas explosiones musculares, poniendo el ejemplo Del Piero. Giovanni Galeone, exjugador del Avellino o del Udinese cree que "es un milagro estar todavía vivo" después de consumir durante años los fármacos Micoren, Cortez, Norden y Sustanol, todos prohibidos ahora. Mauro Sandreani, ahora un conocido cronista televisivo, jugador entre 1973 y 1982 del Vicenza, Genoa, Roma y Modena habla de un "auténtico self-service" de pastillas rojas de Micoren, un estimulante del corazón, antes de los partidos.