Los Llanos del Hospital de Benasque son punto de partida de numerosas excursiones. El entorno de Maladetas permite el acceso a tresmiles, grandes cimas, pero también a una variedad de destinos menos exigentes. En la época de nieves se convierte en una extensa pista de fondo. Cortada la carretera hasta la Besurta, el inicio de cualquier caminata debe ser el aparcamiento junto a la barrera. Hay que recordar que solo se puede alcanzar el recinto hotelero si se va al mismo o a la estación de esquí. Respete.

Desde este punto arrancamos la jornada que nos llevará hasta el Ibón de Paderna y luego a Aigualluts. En verano este recorrido es muy popular, de carácter familiar, perro suelto y cenicero en la hierba. Ahora la cosa cambia. Es como pasar de jugar a las damas al ajedrez. Mismo tablero pero distintas normas.

La montaña invernal tiene unos elementos que agudizan su dificultad a las masificadas rutas del estío. La aparición de la nieve complica el panorama. El riesgo de las avalanchas, la reducción de las horas diurnas y los condicionantes de una meteorología cambiante provocan la obligación de ajustar mejor la planificación, revisar las previsiones y provisiones, memorizar los informes de aludes, equiparse bien y ser, si cabe, más consciente de las limitaciones propias y las que presente el entorno en ese momento. La modalidad para completar esta ruta pueden ser las raquetas (o crampones según el hielo) o con esquíes de travesía, a modo de iniciación, dado que quizá se quede algo corto (17,5 kilómetros).

Entre esquiadores

Desde el aparcamiento se toma dirección este hacia el fondo del valle de Benás dejando a la izquierda la cascada desparramada de Gorgutes. Es una parte llana en la que hay que dar prioridad a los esquiadores y no chafar sus carriles. Se siguen las guías de la GR-11 si no están enterradas por la capa nivosa. Al cruzar el cauce por un puente de maderos, y antes de iniciar el primer repecho, merece la pena desviarse a la derecha y descubrir la algo oculta cascadeta del Ésera.

Se pasa por la Pleta del Tormo donde se pueden percibir los estragos en los árboles arrancados de antiguos aludes. Entre un pinar negro se alcanza pronto Plan d’Estan, que en su deshielo se convertirá en una laguna fugaz donde ahora agonizan dos ibonets en los que persisten una pareja de patos con anticongelante. La subida a la Besurta se puede hacer por la carretera reconvertida en pista o por la senda entre los árboles de los que llueven copos.

Sin dejar basura en el merendero, se cruza de nuevo el Ésera camino del cruce que sube a Renclusa. Aquí comienza un repecho continuado de unos 40 minutos raqueteando. Es mejor seguir las trazas de anteriores aventureros o romper huella por tramos menos tendidos. En el refugio se comprueban vistas del Salvaguardia, el Puerto y el Pic de la Mine, todo bien cargado, y algún rastro de freeriders. La parada para tomar los tradicionales huevos fritos no es opción. Los ibones de Paderna esperan 100 metros más arriba (2.227). La flecha señala el barranco por el que se sube en verano, pero en invierno es mejor seguir recto y alcanzar un collado zigzagueando por una ladera frontal.

Los ibones están helados y cubiertos de nieve hasta la primavera, pero las vistas sobre la Tuca de Paderna y el visible Pico del Alba son espectaculares. Siguiendo barranco arriba se puede ascender hacia ellos. Se retorna más ligero hasta La Renclusa, donde los que tengan suficiente pueden bajar por el mismo camino o detenerse para almorzar. Si aún se tiene gana de monte se puede repechar hasta el collado por la senda que nace detrás de la caseta del compresor eléctrico que se deja notar en mitad del silencio. La subida es rápida hasta casi rozar la pared inicial del pico Renclusa y los Portillones en su ruta hacia el rey Aneto.

Alcanzado el otro lado, las vistas de los meandros de Plan dels Aigualluts, de la entrada de Barrancs y de las estilizadas agujas de las Forcanadas obligan a la pausa si la temperatura no es nevera buena. Desde este punto se podría acceder, girando hacia la derecha, a la vía al Ibón de Salterillo. Será para otra ocasión.

Descender directos hasta el plano para cruzar el cauce y contemplar la cascada helada de Aigualluts con el Aneto posando al fondo. Si se deja ver. En breve desaparece el Forau hacia el Garona, convertido en una pista de patinaje, y en unos veinte minutos regresamos al desvío hacia Renclusa desde el que reconocemos nuestras huellas de la venida que ahora solo tenemos que destrozar en sentido contrario y aprovechar para ver las panorámicas frontales a Remuñe.