Aquella rueda de prensa de Víctor Fernández de finales de mayo, cuando anunció que había que cambiar brutalmente la estructura física del equipo, señaló el norte de la planificación para este verano. Ha sido así de manera significativa para la defensa, con los fichajes de Atienza y Vigaray, dos hombres con perfiles muy específicos y que, salvo Grippo, no había en la plantilla. Y ha sido también así en el proceso de selección de los delanteros: Luis Suárez y Dwamena, que ayer por la tarde ya llegó a la capital aragonesa. Dos jugadores con una presencia tremenda, altos, poderosos y cuyo fútbol nace a partir del dominio que ejercen a través del físico.

El Zaragoza ha decidido cambiar por completo la silueta futbolística de sus puntas. Ha apostado por la polivalencia, la velocidad, la explosividad, el juego al espacio, la fortaleza y el deseo de reivindicación. Suárez y Dwamena son dos atletas. El colombiano hizo siete goles en el Nástic y el ghanés, solo uno en el Levante en un año en Primera para el olvido tras brillar en el Zúrich. Hay otra cosa que les une: los dos tienen muchos más goles en sus botas de los que hicieron la temporada pasada.