De la ilusión de la Copa, aunque fuera mínima, a verse otra vez demasiado cerca de los problemas no hay ni dos semanas de diferencia, apenas un par de derrotas. Es lo que le ha pasado al Tecnyconta Zaragoza en dos jornadas, en las que se ha visto haciendo las cuentas para entrar entre los ocho primeros aunque fuera con la boca pequeña y unos días después no solo se ha quedado ya sin opciones de cumplir el sueño sino que se ve de nuevo una sola victoria por encima del descenso después de perder en la pista del Joventut y de caer ante el Barcelona.

El equipo aragonés entró en la última semana del año 2016 con buenas sensaciones después de haber sumado cuatro victorias seguidas en casa cimentadas en su espíritu de equipo, su trabajo defensivo y, en líneas generales, buenos partidos que habían conectado con la grada. En cambio, en la primera semana del 2017 se ve de nuevo en el pelotón trasero de la clasificación, sigue sin dar un paso al frente fuera de casa donde le cuesta mucho más defender y, en consecuencia, ganar, y, para colmo, ha protagonizado su peor partido de la temporada en casa. Frente al Barcelona, un rival muy superior, las sensaciones fueron malas con independencia del resultado.

La gran mayoría de jugadores rindieron por debajo de su nivel, en algunos casos de forma alarmante, y apenas hubo rastro de todas esas virtudes colectivas que el equipo había exhibido fechas atrás. Nada de esfuerzo defensivo, nada de solidaridad, nada de espíritu de equipo. En la pista se vio un grupo apático, como desmotivado, casi ajeno al partido por momentos. Una mala imagen, malas sensaciones, que dejaron preocupado al entrenador. «No podemos perder el espíritu de lucha y de equipo. Esta sensación de hoy no la podemos volver a tener», lamentó Casadevall. Y es que eso fue peor aún que la derrota, un resultado que de por sí no debe generar ninguna alarma. Además en el día que más público se congregó en el Príncipe Felipe, casi 9.000 personas. El Tecnyconta perdió una buena oportunidad de enganchar a esos seguidores extras que se acercaron el lunes al pabellón, lo que hubiera hecho con una actuación similar a la que estaba mostrando en casa hasta el pasado lunes.

Aspirante

En esta primera vuelta el equipo está dejando luces y sombras pero, teniendo en cuenta también el periodo de lesiones que pasó el grupo en noviembre, los puntos de luz eran suficientes como para invitar al optimismo. Sin una plantilla amplia, con algunas lagunas en determinados puestos, un buen trabajo colectivo y el acierto en la llegada de Gecevicius concedían al Tecnyconta Zaragoza capacidad y posibilidades de ser uno de los equipos aspirantes a entrar entre los ocho primeros. Conseguirlo ya es otra historia. Sin grandes alardes aunque sí con algunos momentos brillantes, Andreu Casadevall consiguió formar un grupo unido y, sobre todo, logró hacerlo defender, dotarlo de un espíritu guerrero.

La sensación que desprendía el Tecnyconta era de haberse dejado alguna victoria por el camino, de competir siempre pero haberse quedado sin premio en algunas ocasiones. Dicho de otro modo, de que el equipo podía haber sumado un par de triunfos más tranquilamente. Un par de triunfos que hubieran supuesto un importante salto cualitativo. Sin embargo, su menor rendimiento fuera de casa principalmente le ha ido alejando de objetivos algo más ambiciosos.

El equipo ha perdido a las primeras de cambio todas sus escasas opciones de Copa (tenía que haber ganado, al menos, tres de sus últimos cuatro partidos de la primera vuelta) y se encuentra con 5 triunfos en 15 jornadas (14 partidos por la Liga impar). Un bagaje escaso para la capacidad y potencial real de la plantilla. Quizá no se le pueda exigir estar entre los ocho primeros pero sí intentarlo. Sin embargo, cada paso atrás le obliga a mirar abajo en la clasificación. A los puestos de descenso de los que solo les separa un triunfo. Y a marcar en rojo el partido ante el Estudiantes.