Cuatro jornadas sin perder, dos con empate a domicilio --Vitoria y Soria-- y dos victorias caseras, ambas por la mínima ante el Eibar y el Jaén y con mucha agonía, han dado plasmación numérica a una mejoría con Víctor Muñoz que no admite dudas, ni en el fondo, porque el equipo tiene igual de nulo fútbol pero posee más alma, ni en la forma, con 8 puntos de los últimos 12. El técnico aragonés se estrenó con una derrota casera ante el Deportivo tras coger el mortecino legado de Herrera, pero desde entonces no ha perdido aplicando una media inglesa de puntuar fuera y ganar en casa que permitiría pensar en la zona de promoción si la mantiene en las 7 jornadas que restan, por mucho que Víctor se resista a emplear esa palabra y, de momento, lo centre todo en eludir la catástrofe de Segunda B.

El técnico tomó un barco a la deriva tras la derrota ante la Ponferradina y le ha dotado de un mayor empaque competitivo, reduciendo también sus defectos. El Zaragoza ofrece muy poco a la vista, pero es más consistente, aunque haya dilapidado ante el Numancia y el Alavés dos triunfos por sus errores atrás, aunque se le note, como siempre, vulnerable por aire y en la estrategia y aunque ande escaso de gol. Sin embargo, ofrece más argumentos, convicción y espíritu, lo que en una categoría tan floja e igualada como esta Segunda ya es muchísimo. El problema para Víctor es que tan apenas tenía tiempo cuando cogió al equipo, pero ya ha hecho más que suficiente. Por ahora, alejar los fantasmas del descenso, lo que ya es muchísimo.

El Zaragoza que dejó Paco Herrera llevaba siete jornadas sin ganar y tres puntos de 21, una caída libre que en Ponferrada fue un esperpento en una goleada que ya disparó todas las alarmas. Con el técnico catalán, el equipo acumulaba 7 puntos en las 9 citas de la segunda vuelta antes de que recogiera la carta de despido --el finiquito aún no lo firmó--. Víctor no solo frenó esa cuesta abajo hacia el abismo, lo que ya no era sencillo, sino que en solo cinco encuentros colecciona más puntos (8) que su predecesor en el banquillo tras el intermedio de la Liga. Además, el Zaragoza ya ha dejado de ser el peor equipo en esta segunda vuelta, honor que quedó ya en solitario para el Jaén tras el triunfo zaragocista.

Ha dejado claro Víctor en estos cinco choques que al Zaragoza no le sobra nada y le faltan muchas cosas, pero también que el equipo podía dar algo más de sí de lo que Herrera estaba logrando en los últimos tiempos, al margen de que ha contado también con la fortuna de su lado, sobre todo en casa. Ante el Eibar el colegiado anuló un gol legal a los armeros y ayer tampoco señaló otro para el Jaén donde pudo haber falta de Servando, además de la suerte del tanto en propia puerta de Hugo Álvarez. Esas decisiones, esos momentos puntuales, pudieron cambiar la imagen de esta recuperación, pero cayeron del lado zaragocista para asentar el camino encontrado por el nuevo técnico.