El primero de la fila, junto a sus compañeros de larga y tomentosa espera y relevo, se sacará del bolsillo, hoy a las nueve de la mañana, 125 carnets. Cuando abran las taquilas del Auditorio, Miguel Angel Muñoz, que así se llama el pionero (ganó la pole position el sábado a la una de la madrugada), se llevará 250 entradas para la final de la Copa del Rey que jugará el Real Zaragoza frente al Madrid en Montjuïc. Más de 200 personas aguantaron anoche a rebufo de Miguel Angel y a la intemperie con un cargamento de abonos, lo que significa que el papel para el partido del miércoles 17 de marzo se acabará hoy. 20.000 hinchas zaragocistas estarán presentes en Estadio Olímpico de Barcelona para animar al equipo de Víctor Muñoz.

El método para la adquisición de entradas, sin embargo, no gustó a la mayoría de los penitentes, que arremetió contra el club (se abrió una lista de firmas para expresar la queja oficial) no sin escudarse en el buen humor y en todo tipo de recursos, incluida la picaresca y el mercadeo para ganar posiciones a costa de dinero o entradas; para sobrevir al tedio de la espera y al castigo del cierzo, que fue el único que se coló sin pedir permiso. En el after-hour corrió el alcohol para soportar el frío, y la afición preparó horas antes su avituallamiento particular aprovechando la cercanía de un Sabeco. Los carritos de supermercado con comida y bebida, la colección de mantas a cuadros estilo Picnic , las mesas de playa, un par de tiendas de campaña y un rosario de hamacas y sillas de cervecería dibujaron un singular escenario, un campamento base en la ladera del Auditorio, que por muchos momentos se convirtió en un casino al aire libre con abiertas y fogosas partidas de póker y guiñote.

Surrealismo

El paisaje alcanzó su cota más alta de surrealismo sobre las siete de la tarde, cuando los políticos de la Chunta, sorteando a la muchedumbre futbolística, entraban en el edificio para acudir a un mitín de José Antonio Labordeta. A ritmo de tambor y acordeón, la CHA alegró el oído del pueblo zaragocista. Gente como tú se leía en los carteles, y en la mesa poco electoral de Miguel Angel y sus camaradas lucía por lema (por poco tiempo) la botella de Cutty Sark junto a la de Soberano . Armas contra las penas. Sólo faltaban la hoguera o la barbacoa como complementos de una escena de difícil comprensión en el siglo XXI.

La gente se preguntaba por qué el Real Zaragoza no había seguido el ejemplo del Real Madrid en el reparto de las entradas para la final. El club blanco las sorteó entre sus abonados, evitando de esta forma aglomeraciones de aficionados noctámbulos por obligación como la que se produjo en el Auditorio. Esta fórmula de la cola del pan en día de huelga de hornos disparó la indignación de los compradores, sólo amortiguada por la ilusión que despierta presenciar una final de Copa con el Zaragoza en ella.

A las nueve de la mañana de hoy, las taquillas se abrirán y más de 200 personas descargarán progresivamente unos 7.000 carnets. Será un proceso lento y mastodóntico. Después se levantará el campamento y quedará alguna botella vacía y la Copa llena para olvidar semejante despropósito.