Ha venido la cantera otra vez al rescate, igual que hizo la pasada temporada cuando las cosas se pusieron más que feas en invierno. Entonces tomaron el mando algunos de los que hoy se consideran titulares indiscutibles, como Pombo, el caído Guti, Lasure o Delmás, para ponerle corazón a este equipo que hoy transpira zaragocismo de cuna por todos sus poros. Jugó un buen partido el Zaragoza ante la Real, ganó al final con toda la tropa aragonesa en el campo. A Baselga, el 9 del futuro, lo tiraron cuando iba a marcar el primer gol tras un gran pase de Nieto. Lo hizo Ros. Luego, muy al final, salió el increíble Soro para tumbar con un golazo al incrédulo rival de Primera.

No es que la Real saliese ayer con el equipo que va a pelear otro año más por entrar en Europa, pero el Zaragoza, con todas sus carencias y ausencias, fue capaz de plantarle cara desde el primer minuto. A ratos esperaba, otros dominaba, siempre de frente a un partido que se le podía atascar si lo afrontaba en función del rango. La guerra de clases no fue tal. Parecieron iguales en la primera parte estos ejércitos que sobre el papel se llevan un mundo, que ayer desafiaron la batalla en los 37 grados de Tafalla, con actitudes desiguales. El equipo aragonés quiso ser un igual. La Real no enseñó nada, más allá de algunas caras conocidas (Moreno, De la Bella, Pardo o Zurutuza), y de la viveza del joven Merquelanz.

Al otro lado, Verdasca fue el elegido otra vez para ocupar el mediocentro, aunque el mando lo llevó realmente Javi Ros, muy participativo y acertado todo el partido. Ordenó, gritó e hizo jugar al equipo, que encontró su primera ocasión al cuarto de hora, cuando Héctor Moreno llevó al césped a Raí dentro del área. Esta vez no había VAR y el árbitro navarro no pitó, así que la falta se quedó en suposición y el Zaragoza, sin penalti.

No sería la única posibilidad zaragocista, que insistió, sobre todo, por el costado derecho, donde Alberto Benito mostró sus mejores cualidades, jugando con tacto en defensa y eligiendo bien los momentos de aparecer en ataque. Le echó una mano por ahí Jeison Medina, que dio otro pasito en su adaptación, con más predisposición que presencia. Se cae a buenos ratos del partido el colombiano, en el sentido de que no aparece tan en contacto con el balón como se esperaría. Algo parecido le sucede a James Igbekeme, más que cumplidor. Es solidario por naturaleza el nigeriano, que no pierde el sitio y es más que correcto con la pelota, calmado también. Crecerá, se supone, hasta convertirse en una pieza clave en este centro del campo huérfano de padre. La timidez y el idioma dictarán sus tiempos.

James envió fuera la segunda ocasión del Zaragoza en el minuto 25 después de otra aparición por la derecha de Benito, que repitió cuatro minutos después cuando el conjunto de Idiakez ya se había hecho con el partido pese a sus problemas repetidos en la salida de balón, donde el técnico insiste con Verdasca, que cumple en posición, no con el balón.

Buff y Pombo entraron después del descanso para darle otro aire al ataque zaragocista, que prometió en el área rival sin definir, justo antes de que el partido cambiara de tono. Salieron Illarramendi, Oyarzabal, Juanmi y Willian José, entre otros, y la Real tomó cuerpo y afiló los dientes para poner a prueba a Perone y Álex Muñoz, muy firme todo el partido, serio, concentrado, sensato, tranquilo con el balón, potente en el combate aéreo.

En el carrusel del sol caído entraban Nieto y Baselga para poner al Zaragoza en el camino del gol tras una estupenda combinación con James y Buff. El ariete del filial fue derribado por Kevin a un cuarto de hora del final y Ros aceleró las pulsaciones del cuadro donostiarra, que puso una marcha más y llevó el fútbol al campo rival. El talento de Oyarzabal y Juanmi puso el empate solo seis minutos después y en el equipo vasco se frotaron las manos. Caería la victoria, creían, antes de ver cómo Soro entraba en el campo en el minuto 88 y se marcaba un golazo un minuto después anunciando este nuevo poder del Zaragoza, el poder de la cantera, que será, que es, que está para ser. Cosas de la pretemporada, a veces bendita para la cantera.