Desde el coche más grande, más caro o más lujoso a una pegatina con la marca preferida de cada uno o una revista con las últimas novedades. Todos los objetos imaginables relacionados con el mundo del motor se encuentran en la Feria de Muestras de Zaragoza en la segunda edición del Motor Show Festival que se inauguró ayer y que está abierta hasta mañana. Coches de competición, clásicos, motos de todas las épocas, tuning y espacios para mostrar las habilidades al volante componen la muestra que comenzó con la visita del presidente aragonés, Marcelino Iglesias, y del piloto y comentarista de televisión Marc Gené, que no pudo quedarse a las actividades vespertinas por problemas familiares.

Gené estuvo de pasada, pero su monoplaza y su traje de competición permanecen en una de las zonas estrella de la muestra, como el Renault 24 de Fernando Alonso o los clásicos Lotus de Alex Soler-Roig y Emilio de Villota y los Minardi de Adrián Campos y Luis Pérez Sala. Un recorrido por la historia y la evolución de las carrocerías y formas de la modalidad estrella del automovilismo que se completa con los Lotus que condujeron Ayrton Senna y Emerson Fittipaldi. Además de los coches de competición, las marcas automovilísticas enseñan lo mejor y más nuevo de sus diseños, venden ropa, banderolas, gorras, insignias, pegatinas y todo tipo de símbolos para identificar y distinguir a los seguidores del caballito o del rombo. Las revistas especializadas tienen también su espacio, como Autohebdo Sport , que recibió un premio de la organización al alcanzar recientemente el número 1.000.

Elegantes y esbeltos

En el apartado de clásicos aparecen los elegantes Rolls Royce, un Seat 600, Mercedes deportivos, descapotables, Fiats de todos los modelos y colores. También hay una enorme limusina y modelos típicamente americanos de mediados del siglo XX. Algunos están a la venta, pero los precios suelen sobrepasar las posibilidades del bolsillo común que, sin embargo, puede adquirir piezas cásicas. Por ejemplo, por 200 euros se puede comprar el volante de un 600. Algo es algo. También pueden adquirirse faros, bocinas, cuentakilómetros, palancas de cambio, radiocasettes, anagramas de todas las marcas, llantas, reproducciones en miniatura, llaveros, revistas, enciclopedias del motor e, incluso, un taximetro con medio siglo de antigüedad.

El espacio para las motos incluye toda clase de modelos, desde las clásicas Harley Davidson hasta las de competición que sirvieron para que Alex Crivillé, Mike Doohan y Nani Roma fueran campeones, pasando por una moto de 1942 perteneciente al ejército norteamericano o por esbeltos sidecares. Algunas de las motos también están a la venta, como los logotipos, los faros, las llantas, cascos, llaveros, catálogos y libros. Pueden contemplarse los vehículos por fuera, completos, y por dentro, porque también hay motores fuera de su sitio mostrando su funcionamiento.

Y como no todo va a ser clásico, antiguo o de competición, la muestra se completa con lo último en tuning en una aparente macrodiscoteca en la que cuenta tanto el aspecto estético del coche como la potencia en decibelios que tenga el aparato de sonido.