El Bélgica-España de rugby del pasado domingo acabó de la peor manera para el combinado español, que dirige Santiago Santos. El partido terminó en derrota (18-10) y con tangana final, una refriega en la que los jugadores españoles acudieron a recriminar al árbitro rumano las decisiones que había tomado a lo largo del encuentro. España deberá jugar la repesca si quiere ir al Mundial de Japón.

El duelo tenía su miga por la decisión del trío arbitral. El hecho de que los árbitros fueran rumanos y el combinado español se estuviera jugando la plaza para el Mundial con la selección rumana, ponía en tela de juicio la labor y honestidad del colegiado. España trató de que el árbitro no pitara el partido enviando una solicitud al organismo europeo, pero no se aceptó, ya que la designación arbitral estaba hecha desde hacía tiempo, antes de que España venciera a Rumanía y se colocara en situación de poder clasificarse para la Copa del Mundo.

Nada más pitar el final del encuentro, los leones abordaron al colegiado por el criterio que tuvo a la hora de pitar y esto originó una tangana entre jugadores españoles y belgas, que acudieron a defender al árbitro.

Esa imagen no es nada habitual en este deporte, que promulga una serie de valores como el compañerismo, la honestidad, la deportividad, algo que quedó muy dañado el pasado domingo. Nada más terminar el encuentro, capitán y entrenador del combinado español quisieron exponer ante los micrófonos su rechazo a la actuación que se vio al término del encuentro. «Pido perdón por la persecución al árbitro. Esa imagen final no se corresponde ni con el deporte ni con los valores de este equipo», subrayó el capitán Jaime Nava. Mensaje al que se sumó el entrenador Santiago Santos. «Hoy no ha perdido España, ha perdido el rugby».

Al acabar el encuentro, la federación anunció que presentará una petición a la Federación Europea de Rugby «para que la comisión de árbitros revise el vídeo del encuentro por si la actuación arbitral hubiera sido deliberadamente parcial para favorecer los intereses de Rumanía». El árbitro rumano penalizó a España con 28 golpes de castigo, cuando su media es de diez por partido.