El nombre de Pep Martí siempre ha estado subrayado en rojo en la agenda de Lalo Arantegui. El técnico balear es uno de los preferidos del director deportivo del Real Zaragoza, al que le agrada el manual de estilo, la forma de ser y la filosofía del actual entrenador del Deportivo. Martí, de hecho, bien podría ser en la actualidad el entrenador del equipo aragonés.

Siempre encima de la mesa en las listas de candidatos al banquillo, su fichaje estuvo más cerca que nunca en octubre, cuando la entidad decidió prescindir de los servicios de Imanol Idiakez, la sorprendente y arriesgada apuesta personal de Lalo para acometer el gran reto del ascenso a Primera División. Decidido ya el despido del vasco, el club sondeó, como era su obligación, a varios posibles recambios. Entre ellos estaba Martí, con el que la dirección deportiva habló de la posibilidad de hacerse cargo del equipo. También habría sucedido lo propio con Víctor Sánchez del Amo. Y del mismo modo, por supuesto, con Alcaraz, que fue finalmente el elegido. La apuesta fue un fracaso y el granadino apenas aguantó ocho jornadas, en las que tan solo fue capaz de ganar un partido y de sumar cinco puntos.

Menos de siete meses después, Martí y el Zaragoza se volverán a encontrar, aunque de un modo diferente. El equipo aragonés tiene otro inquilino en el banquillo -Víctor Fernández- y Martí dirige al Deportivo, que despidió hace menos de un mes al exentrenador del Zaragoza, Natxo González. Caprichos del destino.

El preparador balear, que perdió sus dos primeros partidos al frente de los gallegos, logró la pasada jornada el primer triunfo, ante el Numancia en Soria. El bálsamo ha bajado el nivel de la marejada en La Coruña, donde la llegada de Martí se recibió con cierto alivio tras el fracaso de Natxo, que murió abrazado a un rombo a pesar de haberlo dejado a un lado durante varios partidos.

El mallorquín ha tratado de aportar normalidad. Un 4-4-2 clásico y sencillez tanto en el campo como en el trato. «El Zaragoza es un equipo grande y espero un partido parecido al de Soria ante uno de los que más posesión tiene y que más acumula jugadores en ataque. Está condicionado por la clasificación aunque más tranquilo, y es un equipo grande, con buenos futbolistas, que sabe finalizar. Debemos ser un equipo ordenado y quitarle el balón y ser protagonistas con él», declaró ayer. Respeto. El mismo que se le tiene a orillas del Ebro. Y en las oficinas del club.