Si alguien se lo dice hace un año, no se lo creen. "¿Hace un año? Esto no era más que una ilusión". A Rafa Sanz, entrenador de La Palma, no le falta razón. Su equipo y el Plasencia, que hoy (19.00 horas) pugnarán por una plaza en la final de la Copa Príncipe de mañana, jugaban hace doce meses en la LEB-2 y, hoy, en un escenario grandioso, intentarán dar el paso más importante de su historia. Son dos clubs humildes, muy humildes (sus presupuestos rondan los 240.000 euros y son los más bajos de la Liga), que han hecho añicos las leyes del dinero. Con poco han hecho mucho. El Plasencia llega como colíder de la competición y La Palma, dañado por una trayectoria descendente en los últimos nueve partidos (siete derrotas y dos victorias), es octavo y está en puesto de playoff de ascenso.

"A mí eso no me dice nada --dice Dani García, técnico de Plasencia y segundo del Lobos en la temporada 96-97 cuando ganó la Copa Príncipe--. La Palma es el único de los tres equipos que hay en la fase final que nos ha ganado en la Liga. Y, además, llega herido por su mala racha". El Plasencia mira a todos sus rivales desde arriba. Se trata de un equipo que ha pasado del anonimato a la gloria gracias al trabajo y excelente rendimiento de un grupo de jugadores de alto nivel fichados a bajo precio. Nicolás Gianella y Pedro Sala (bases), Terrence Stewart (alero), Trelonnie Owens (pívot) y Guillem Rubio (ala-pívot) constituyen la columna vertebral de un conjunto eficaz en defensa (sólo el Bilbao y el Granada lo hacen mejor) y explosivo en ataque (el tercero del campeonato tras el CAI y el Algeciras). "Hemos sabido mantener un nivel alto y, por eso, estamos arriba. Pero en un torneo así puede ganar cualquiera. Y nosotros, también", señala García, el técnico de una de las plantillas con mejor rendimiento de la LEB.

Trayectoria descendente

En La Palma no están tan felices. Su entrada en la categoría fue supersónica, tanto que en ningún momento ha abandonado los ocho primeros puestos. Pero, en los dos últimos meses, su trayectoria se ha torcido y sólo han sido capaces de vencer dos de los últimos nueve encuentros. Además, Rafa Sanz ha hecho cambios en la plantilla. Despidió al francés Yohan Sangaré por indisciplina y a Steve Payne (que ya había sustituido en la pintura al mexicano Llamas) por bajo rendimiento. Su última incorporación, el venezolano Ludwing Iraszábal (ex del Porriño), debutará esta tarde.

"En un torneo como éste, los resultados anteriores no importan. Todo se juega en hora y media", dice Sanz, el hombre-milagro de La Palma, a cuya gesta busca un razonamiento. "En la LEB sólo hay siete u ocho cracks, y dos los tiene el CAI, Otis Hill y Lescano. El resto de los jugadores hacen crecer a un equipo por el hambre de triunfar y de prosperar que tengan".

Y él tiene a algunos. Steven Edwards es su referencia. Si juega bien, La Palma también lo hace. El alero americano promedia 16 puntos por partido y es, junto a Urtasun, el pilar ofensivo del equipo canario. José María Balmón y Juanjo Triguero, otros dos jóvenes con proyección, completan su arsenal.

Los dos, las dos revelaciones de la Liga, se verán las caras en la primera semifinal. No estarán solos. El Plasencia ha desplazado a más de 500 aficionados y La Palma, a cien. Por ellos, tratarán de agigantarse en el Olimpo de la LEB.