El esquí alpino tomó el protagonismo en los Juegos de Pieongchang. En una jornada con dos carreras, el austriaco Matthias Mayer, campeón de descenso hace cuatro años en Sochi 2014, conquistó su segunda medalla de oro a sus 27 años al ganar el supergigante, por delante además de dos medallistas en el descenso del día anterior: el suizo Beat Feuz (bronce en descenso) fue plata en el supergigante y el noruego Kjetil Jansrud (plata en la prueba más veloz) fue bronce ayer.

Paralelamente, se materializaba una de las mayores sorpresas, al consumarse la derrota de la estadounidense de 22 años Mikaela Shiffrin en la especialidad que ha tiranizado en los últimos cuatro años, desde que en Sochi se convirtió en la campeona más joven en eslalon. Ayer, la niña prodigio de Colorado pinchó con un inesperado cuarto puesto, por detrás de la sueca Frida Hansdotter, la suiza Wendy Holdener y la austriaca Katharina Gallhuber.

Los Juegos de Pieongchang se resisten a consagrar a reyes y reinas que dejen su nombre grabado en oro varias veces. Los multimedallistas abundan, pero los oros repetidos se resisten. Pasa en esquí alpino, pero también en esquí de fondo, biatlón, saltos o patinaje de velocidad, una modalidad monopolizada por los holandeses, ganadores de 6 de los 7 títulos.

La actuación española, realzada por la magnífica medalla de bronce del jueves de Regino Hernández en snowboardcros, se está agotando lentamente. Ander Mirambell, el pionero del país en skeleton, completó sus terceros Juegos sin alcanzar el objetivo de entrar en la cuarta manga (20 mejores). Mejoró del 25º al 23º puesto en la tercera ronda para acabar con su mejor clasificación olímpica, tras ser 24º en 2010 y 26º en Sochi 2014. El oro fue para el surcoreano Yun Sung-bin.