Richard Carapaz ya tiene el Giro listo para sentencia. Ya está a solo 15 kilómetros de la gloria para convertirse en el primer ecuatoriano que gana la ronda italiana en 102 ediciones. El Movistar también está a punto de hacer historia para volver a ganar la prueba con un ciclista sudamericano tras el triunfo logrado por el colombiano Nairo Quintana en el 2014. Se acabó la montaña y pasaron unos Dolomitas que dejaron escrito el nombre de Pello Bilbao como triunfador de una jornada de épica en la que Mikel Landa consiguió, aunque de manera provisional, la tercera plaza del podio. Muy difíciles se le tienen que poner las cosas a Primoz Roglic en la crono final para que no recupere la plaza de honor. Está a 23 segundos del alavés.

El Giro 2019 ha vivido una semana de intensidad en la montaña, un lugar en el que Carapaz ha levantado el brazo para pedir paso y entrar con pedaleo firme en el club de las grandes estrellas. Pero donde también Landa se ha ganado el cariño, el que siempre consigue el corredor tenaz en las cuestas, el heredero de los Trueba, Loroño, Bahamontes, Julio Jiménez, Fuente, Perico, el Chava Jiménez y Contador, los que siempre han ambientado por su casta las ascensiones. Aunque, como ayer le pasó a Landa, no consiguieran la victoria.

En el ciclismo contemporáneo se dejan las escapadas y mientras se vigila por el rabillo del ojo a los rivales que pelean por la general, como un incombustible Nibali y un fatigado Roglic (el cansancio del esloveno es la mínima esperanza que tiene Landa para conservar la tercera plaza) se permite que fugas donde circulan ciclistas de calidad, como Bilbao o Mikel Nieve, puedan soñar. Pello lo logró en los Dolomitas.

La última etapa de montaña se presentó como una jornada de colaboración táctica entre el Movistar y el Astana. Les venía bien a ambos. Carapaz se mantenía de líder, Landa podía auparse al podio y Superman López (al final aporreó a un espectador por tumbarlo de la bici) conseguir el triunfo de etapa. Se vio en el más duro de los cinco puertos de la jornada, el Passo Manghen, donde López, Carapaz y Landa se quedaron solos aunque luego la carrera se reorganizó en el descenso.

Y se observó en la última fase de la etapa cómo el Movistar dio libertad de movimiento a Landa, con Carapaz firme en su posición de gala, para que buscase el objetivo de capturar la fuga de Bilbao y situarse sobre el podio, ante un Roglic que ya iba cortado. Pero apareció el mejor Nibali, sacando fuerzas de la chistera, para arañar tiempo a Roglic, también mejor que él en contrarreloj, y para obligar al Movistar a cambiar la táctica: Carapaz se convirtió en ayudante y Landa en jefe.

Solo la proeza de Bilbao, de situarse a rueda tras ser capturado, recuperar el aliento y aprovechar su punta de velocidad, más el error de Landa al tomar fatal la última curva, recompensó al vizcaíno con una victoria en los Dolomitas que nunca olvidará. Solo queda la contrarreloj del difícil y prácticamente imposible sueño de Landa de ser tercero al final de la carrera. Y que Verona corone a Carapaz.