El 22 de mayo del 2013 pasará a la historia como uno de los más grandes para el alpinismo aragonés. El protagonista no puede ser otro que Carlos Pauner. El himalayista de Montañeros de Aragón alcanzó la cima de la tierra a las cinco de la mañana hora nepalí (cuatro horas menos en España) y de esta manera cierra su proyecto de los 14 ochomiles que inició el 22 de julio del 2001 cuando conquistó junto al añorado Pepe Garcés la cima del K-2, la montaña del Karakorum de 8.611 metros.

A la tercera fue la vencida, y tras los intentos al Everest en los años 2000 por el Tíbet y el 2005 por Nepal, esta vez no falló el tiro. Han tenido que pasar 22 largos años para un aragonés vuelva a pisar la montaña más alta del mundo. Fue un inolvidable 6 de octubre de 1991 cuando Toño Ubieto y Pepe Garcés alcanzaban el Everest. Era una expedición conjunta de Peña Guara y Montañeros de Aragón.

Alcanzó la cima a pesar de las negativas circunstancias que rodearon al montañero nacido en Jaca. En tiempos de crisis, es la expedición con la que menos medios ha contado. Para Pauner ya fue una gran conquista lograr la financiación que diversificó entre muchas firmas. No pudo acudir como cámara de altura su querido Javier Pérez y tan sólo contó como compañero de fatigas con Raúl Martínez.

ACLIMATACIÓN Su tercera aventura en el Everest ha sido de manual. Llegó al campamento base el 17 de abril y comenzó la fase de aclimatación el 7 de mayo, subiendo al campamento III hasta los 7.000 metros. Pauner y Martínez, acompañados por el andorrano Domingo, tenían previsto cerrar su fase de aclimatación durmiendo en el Collado Sur, a 8.000 metros.

Pero surgió el imprevisto. Hace ocho días, tras levantarse a la una de la mañana en el campamento II, desayunaron y se empezaron a sentir mal. Raúl Martínez descendió al campamento base. Pauner siguió subiendo con Domingo, pero a 6.900 metros de altura vomitó toda la comida. "Mi estómago convulsionó. Estamos menos aclimatados de lo que quisiéramos", decía en su página web.

No había podido completar convenientemente su aclimatación y las dudas surgieron. Pero se juramentó. "¡Todo al rojo! Esa va a ser nuestra apuesta", indicaba desde el campamento base. Ocho días más tarde Pauner jugó fuerte e hizo bingo.

Los días 21 y 22 llegaba la famosa ventana de buen tiempo. Álex Txikon y Ferran Latorre subieron el Lhotse y Óscar Cadiach y Luis Ráfols el Kangchenjunga. El domingo comenzó el ataque final al Everest. Después de atravesar el glaciar del Khumbu, durmieron en el campo II y el lunes en el III. La climatología era benigna. En una jornada superaron el Valle del Silencio y las Franjas Amarillas y durmieron en el Collado Sur. Poco antes renunció Raúl Martínez.

Alberto Iñurrategui, que subió con su hermano Félix el Everest en el otoño de 1992, conoce muy bien la montaña nepalí. "La clave para subir es no pillar los embotellamientos". Pauner y Domingo lo tenían claro. Sabían que parte del éxito era madrugar. Comenzaron el ascenso a las ocho de la tarde del martes. La temperatura era fría y soplaba un molesto viento, pero no se esperaban precipitaciones.

Su ascensión fue espectacular. Tras llegar a la antecima, sólo le quedaba el obstáculo del Escalón Hillary, a poco más de 100 metros de la cima. Poco antes de las cinco de la mañana hora nepalí (una de la mañana hora española), Pauner alcanzaba el hito de los 8.848 metros. Fue una subida relámpago de nueve horas, de noche y sin botellas de oxígeno. A las seis de la tarde Pauner alcanzaba con buena salud el campamento II. Hoy llegará al campamento base con los 14 ochomiles en su bolsillo.