Tras doce horas de vuelo desde Katamandú hasta el aeropuerto de Barajas y otras cuatro de carretera desde Madrid hasta Zaragoza, Carlos Pauner llegaba ayer a Zaragoza a la hora de comer. El alpinista de Montañeros de Aragón llegaba cansado, pero contento y contradictorio de no saber a ciencia cierta si había subido la cima china del Shisha Pangma (8.013 metros) el viernes pasado.

--¿Han llegado todos en buenas condiciones físicas de China?

--Tenemos las gargantas afectadas y yo tengo el dedo de una mano tocado. Hemos vuelto hoy a España Juanito Oiarzabal, Juanjo Garra y yo mismo. Ariel se ha ido hacia Argentina.

--¿Llega más cansado en comparación con otras expediciones?

--He llegado cansado más que le media de las expediciones. Pero hay que tener en cuenta que ha sido una expedición dura, con muy malas condiciones climatológicas. Apuramos mucho el día de cima, abrimos huella hasta la rodilla y eso pasa factura.

--¿Regresa con otra moral por la incertidumbre de no saber si ha hecho cima?

--Se ha levantado mucha polémica, pero la realidad no es así. Apuramos tarde, tarde, tarde, porque las condiciones de la nieve eran muy malas y sabíamos que la noche iba a ser buena. Tiramos hasta donde se veía la cima. Había luz del día y eran las seis de la tarde. Fue entonces cuando Juanito Oiarzabal colapsó, tenía un principio de edema cerebral, se le medicó y se quedó descansando. Aprovechamos a subir a una punta que parecía la más alta. Llegamos arriba en la noche. Aunque hubiera una cima detrás, no la habríamos visto.

--¿Cómo era la noche arriba?

--Hacía una buena noche. Era muy oscura, la luna no se veía por ningún lado y las frontales abarcan lo que abarcan. Teníamos una buena previsión de Meteo Aragón y se cumplió de manera fidedigna.

--¿Eran ustedes la única expedición que intentó hacer cima?

--Vino con nosotros una expedición finlandesa y fue todo el día chupando rueda. No nos dio un relevo. Llegaron al mismo punto que nosotros.

--¿Cuántas horas estuvieron subiendo el día de cima?

--Partimos a las cinco y media de la mañana y llegamos a las siete y media de la tarde. Me encontré muy bien, muy fuerte y fui mucho rato abriendo huella.

--En España había tensión puesto que no se recibieron noticias de ustedes hasta el twitter que mandó a la una de la mañana tras llegar al campamento III.

--Llamé a mi hija a menos de una hora de la cima y le dije que no se preocupara aunque llegáramos tarde. Nos concentramos en la bajada en un terreno muy vertical y en no cometer errores. Nos preocupamos de que Oiarzabal fuera bien arropado.

--En ese comunicado no indicó que había hecho cima.

--Nosotros bajamos convencidos de haber hecho cima. Pero fuimos honestos y cuando se llega de noche a cima hay que recalcar esa duda razonable.

--El día siguiente en España también se publicó en páginas web que Juanito hizo cima.

--Se quedó 100 metros debajo de nosotros. En principio no contamos que estaba mal para no alarmar a su familia. Nos dedicamos a llegar al punto más alto y bajar con Juanito en silencio.

--¿Volverá al Shisha Pangma para intentar rematar la cima?

--No me importaría volver por otra ruta, pero para mí el Shisha es historia. Tengo la duda de si lo que hicimos es medio metro más bajo. Lo más importante es lo mucho que hemos trabajado. El Shisha está hecho y no tengo intención de volver. Ahora sólo pienso en el Everest.

--¿Como fue el regreso al campamento base?

--Fue maravilloso. Nos vieron desde allí como subíamos a la cima de noche con los prismáticos. Ellos no tienen ninguna duda de que las luces llegaron a la cima. Nos dijeron que le echamos narices y dejamos el pabellón aragonés muy alto. Arriesgamos con cierta cabeza. Nadie sabrá si hemos estado en la cima, porque cuando se llega de noche no hay fotos, ni referencias y no se podrá corroborar cien por cien.

--¿Qué recuerdos le deja el Shisha tras estar dos veces allí?

--He peleado arriba muy bien, he hecho una ruta muy bella y hemos sido capaces de arriesgar bajo unas sensaciones mejores que de cima. Ha sido un recorrido elegante, en buena armonía, sin cuerdas, sin sherpas. No hubiera sido honesto engañar a todo el mundo y decir que hemos llegado al punto más alto.