Magnus Carlsen, campeón mundial de ajedrez, y el estadounidense Fabiano Caruana firmaron las undécimas tablas seguidas en el Mundial de Londres en una partida sin historia en la que el noruego, pese a mover las blancas, no tuvo ningún escrúpulo en liquidar la posición para amarrar un nuevo empate. A falta de una sola partida, el encuentro por el título, pactado a 12, está igualado a 5,5 puntos después de once empates.

La décima había dejado un buen sabor de boca en los aficionados. Los que tuvieron el privilegio de asistir a su desarrollo en el teatro de The College in Holborn prorrumpieron, pese a acabar en tablas, en un sonoro aplauso para los contendientes, que libraron un duro combate, pleno de alternativas, antes de firmar el armisticio.

Este sábado la historia fue bien distinta. Al mando de las blancas, Carlsen volvió a abrir con 1.e4 y el juego volvió a discurrir por los cauces de una Petrov, la defensa favorita del aspirante, con la que no ha tenido problemas hasta ahora para igualar.

El campeón se enrocó en largo, una apuesta que parecía ambiciosa, con el propósito de romper, en su último cartucho con blancas, el muro de Caruana, hasta hoy inaccesible, con un ataque en el flanco de rey. Sobre el tablero, un combate con enroques opuestos que prefiguraba lucha abierta.

Ambos ejecutaron de forma automática los 10 primeros movimientos, pero después de 10...c5 de las negras, Magnus se detuvo diez minutos para jugar 11.The1 (a la que Fabiano replicó en sólo 35 segundos 11...Ae6) y otros doce minutos para la precavida 12.Rb1, contestada instantáneamente con 12...Da5 para cambiar damas.

De forma sorprendente, Carlsen estaba pensando mucho cuando la partida estaba todavía en el terreno teórico. A la salida de la apertura la posición parecía rehuir ya los terrenos peligrosos de la anterior, como si el campeón, convencido de su superioridad en las rápidas del desempate, estuviera pensando ya en los 'penaltis'.

Los aficionados esperaban que de un momento a otro Carlsen se sacara alguna novedad de la chistera que apartara a Caruana de la preparación, pero no hubo tal. Se liquidó el material pesado, además de los dos caballos y un alfil, y se llegó a un final con una estructura de peones perfectamente simétrica (tres por bando en cada flanco) y alfiles de distinto color.

Tablas muertas, pese a que Carlsen, rozando la falta de respeto hacia el número dos del mundo, se empeñara en prolongarla artificialmente. La partida terminó después de 55 movimientos pero pudo haber acabado mucho antes, de no ser porque el reglamento impide acordar el empate antes de 30 jugadas.

Consciente de la fase de sequedad imaginativa en la que parece sumido, Carlsen traslada ahora toda la presión al aspirante, que estará tentado de forzar la máquina este lunes en la duodécima y última partida para no llegar al 'play-off' de desempate, en el que, a juzgar por las estadísticas, el campeón tendrá ventaja.

Este domingo es jornada de descanso, y el lunes Caruana tendrá la iniciativa de las blancas, su última oportunidad de asaltar la fortaleza defensiva del noruego a ritmo clásico.