Fernando Alonso desapareció de nuestra vista nada más concluir el gran premio. Visto y no visto. Se lo llevaron, casi en brazos, los comisarios --los de carrera, no la policía-- hasta el despacho de la dirección del gran premio porque querían analizar, junto al alemán Ralf Schumacher, el encontronazo que ambos sufrieron en la curva de la Tosa, donde Fernando Alonso arrebató magistralmente la cuarta plaza al hermano del ferrarista.

Después de muchos minutos, casi una hora, la dirección de carrera decidió que se trataba, como es lógico, de un incidente más del gran premio. Hubiese sido curioso que, en una carrera donde apenas hubo adelantamientos y los que hubo se produjeron en los boxes durante los repostajes, hubieran sancionado a los protagonistas del único adelantamiento que hubo en carrera.

Incidente sin culpa

Alonso no le dio ninguna importancia al incidente y, mucho menos, a la investigación. "Nada, nos hemos presentado allí, hemos contado cada uno nuestra versión y han dicho que nos fuéramos por donde habíamos venido", explicó Alonso. "Ralf dice que fue culpa tuya", le comentó un periodista alemán. "Pues claro, no va a decir que fue culpa suya", replicó sonriente el asturiano, que no estaba muy contento con el comportamiento de su Renault.

"El coche ha sido inconducible a lo largo de todo el fin de semana y he tenido que sudar sangre para mantenerlo en la pista durante toda la carrera, pues se iba de todos lados. Ha sido un sufrimiento continuo". Alonso cree que se trataba no tanto de la puesta a punto o de las características tan especiales del circuito de Imola como de los neumáticos. "Debemos mejorar las gomas y trabajar duro con Michelin, pues creo que será la única manera de coger a los de delante".

Alonso reconoció que, tras la salida, al llegar a la primera curva del trazado, sufrió "un fortísimo golpe, el más duro de mi vida, en el casco". David Coulthard acababa de chocar contra él e impactado su morro con la rueda trasera derecha del Renault número 8. "Piloté toda la primera vuelta acariciándome el casco, pues estaba convencido de que otro coche había aterrizado sobre él. ¡Fue tremendo! Eso me desconcentró un poco, pero superé el susto".

Segundo susto

Aún sufriría un segundo sobresalto. Fue precisamente cuando se atrevió a superar a Ralf Schumacher y el alemán le tiró el Williams-BMW encima. "Bueno, Ralf es así, siempre lo hace. Lo malo es que hubiésemos podido acabar los dos en la hierba cuando, la verdad, él sabe que yo le había ganado ya la cuerda de la curva y, por tanto, su maniobra no tenía sentido".