El gol. Quien tiene gol tiene un tesoro. Quien no lo tiene, un problema. Para el puesto de nueve, posición en la que la temporada pasada había brillado Luis Suárez en el mismo régimen de cesión, el Real Zaragoza apostó fuerte el pasado verano por el Toro Fernández. También a préstamo, la SAD puso encima de la mesa unos cuantos cientos de miles de euros entre la ficha e hipotéticas penalizaciones.

El resultado ha sido aciago. El punta uruguayo, de 26 años, casi 27, firmado del Celta, donde llegó después de destacar en Peñarol, suma en estos momentos 1.082 minutos, con 14 titularidades en Liga, y cero goles. Desde hace tres jornadas, JIM le ha vuelto a hacer hueco en el once inicial con el argumento de que hace un trabajo sucio importante. El fútbol ha cambiado. Ahora, los porteros manejan los pies casi como las manos, los defensas no son solo marcadores rudos sino futbolistas plenos, los medios se mueven con un software posicional en la cabeza y la tarea de un buen delantero incluye el gol pero no solo el gol, también la asociación, la comprensión de los partidos y de los espacios, el toque, la agitación y, por supuesto, la actitud defensiva.

Sin embargo, ningún argumento es suficiente para defender la titularidad del Toro con su rendimiento hasta hoy, por muchos kilómetros que recorra, muchas veces que choque con los contrarios y mucho esfuerzo que dedique. En claro bloqueo mental, el uruguayo ha desaprovechado todas sus oportunidades. Quien tiene gol tiene un tesoro. Quien no lo tiene, un problema. El Zaragoza, con el Toro titular, sigue teniendo un problema.